La base de este estudio está en la "Teoría de la Mente", un término usado en psicología para designar la capacidad -al parecer congénita- de los seres humanos de atribuir pensamientos e intenciones a otras personas a partir de sus gestos faciales.
Según el profesor José Manuel Giménez-Amaya, está demostrado que en el autismo y otras personas con desórdenes emocionales, esta habilidad está mermada. El objetivo del presente estudio es comprobar su funcionamiento entre los esquizofrénicos.
Este mecanismo cerebral activa la parte inferior del lóbulo temporal al ser observado un rostro. Esa zona cerebral, que además está asociada con una mayor abundancia de receptores opiáceos que se relacionan con el placer y la adicción, podría favorecer procesos de "anclaje" emocional, según precisó el doctor Giménez-Amaya.
El estudio también trata de establecer el grado de componente genético en estas enfermedades. Los resultados del experimento podrían estar disponibles en verano y podrían ser muy útiles a las 400.000 personas que padecen esquizofrenia en España.
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