Son, en su mayoría, líquidos y aerosoles, es decir, todo lo que hasta ahora está prohibido subir a la cabina de un avión actualmente. Hace dos años, en el aeropuerto de Berlín, las autoridades le sometieron a una minuciosa revisión de su botiquín pero no fue suficiente.
Incluso tuvo que enseñar un informe médico confidencial para conseguir llevar a bordo sus medicamentos.
David asegura que vio vulnerados sus derechos y por eso ha decidido denunciar la situación ante la Unión Europea.
Hoy tiene cinco minutos para explicar su odisea ante Parlamento Europeo, donde hace tiempo se mantiene un debate para modificar esta controvertida ley. Dice que la comparecencia no le pone tan nervioso como el tener que enfrentarse de nuevo al temido arco de seguridad.
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