El hombre, que no estaba dispuesto a asumir la paternidad de un niño a pesar de saber que era suyo puesto que había tenido relaciones sexuales con la madre del pequeño, llevó a la prueba genética un bote con saliva de otra persona y se la introdujo en la boca poco antes de que le tomasen la muestra.
“La prueba daba un resultado incongruente, es como si escribes en un papel, lo borras y luego vuelves a escribir; descubres que el papel no está limpio”, explicó el director del laboratorio, José Antonio Lorente, al citado diario.
Tras la repetición de los análisis, el equipo granadino concluyó que en la boca de ese señor había ADN de dos personas por lo que el engaño se vino abajo y el hombre tuvo que disculparse.
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