Los tratamientos de fertilidad mediante donación de óvulos se han disparado en el último año en la región. Las principales clínicas de fecundación madrileñas (Tambre y Ginefiv) sumaron 720 transferencias de óvulos en 2007, frente a las 500 registradas en 2006. Así, en un año esta técnica subió un 44%. El resto de centros de la región (una decena) "tuvieron un aumento similar, aunque no hay un registro global", según la Sociedad Española de Fertilidad.

El boom de este sistema coincide con el incremento de pacientes extranjeras que vienen a Madrid a tratarse: en el sector lo conocen informalmente como turismo reproductivo. "Vienen cada vez más mujeres de fuera por las restricciones en sus países", asegura Victoria G. Villafáñez, coordinadora de donaciones en Ginefiv.

Las europeas que acudieron a su clínica se multiplicaron por ocho en un año (de cuatro mujeres en 2006 a 31 en 2007). Mientras, en Tambre son ya el 10% de las pacientes, y "aumenta año a año", según la subdirectora de la clínica, Rocío Núñez. La mitad son italianas, ya que en su país está prohibido donar óvulos. También abundan las francesas, porque la compensación económica por donar es escasa; y las británicas, porque aquí se respeta el anonimato.

80% de embarazos

La doctora Núñez da otras razones de este aumento: "Las mujeres cada vez intentan ser madres más tarde y, cuando quieren, no pueden de forma natural". Además, ésta es la técnica más fiable, ya que "el 80% de las pacientes logran quedarse embarazadas".

Tanto la receptora como la donante ganan con este tratamiento. Las primeras consiguen tener hijos después de haberlo intentado sin éxito por todos los medios. Y las segundas se llevan una compensación doble: moral, por la satisfacción de ayudar a una pareja; y económica, ya que las clínicas están pagando ya 1.000 euros por donación "por las molestias ocasionadas" durante la extracción. Hace un año se pagaban 800 euros.

Sin embargo, "no vienen por dinero, la mayoría lo hace porque conocen a personas con problemas de infertilidad", apunta la subdirectora de Tambre. El perfil de la donante, según la doctora Villafáñez, es el de una joven de 18 a 25 años, universitaria y de origen español.