Cuando comenzaron los dibujos de Tom y Jerry, o su macabra vertiente simpsoniana de Rasca y Pica, nadie hubiese pronosticado que en la gran batalla entre ratones y gatos se pudiese firmar un armisticio, una tregua de laboratorio.
Pero los científicos japoneses de la Universidad de Tokio lo han logrado. Al menos, el pimer paso: que los ratones no tengan miedo de los gatos.
En realidad el ratón, modificado genéticamente, no le teme a ningún animal que se lo quiera comer, ya que han intervenido en su sentido del olfato, para que su nariz no detecte el olor de los depredadores.
Con las alarmas del miedo desconectadas en el cerebro, este particular ratón se acerca a su tradicional enemigo sin ningún temor.
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