El MoMA propone un viaje al imaginario de Louise Bourgeois a través de sus grabados

  • La artista donó en vida al museo neoyorkino más de 1.200 piezas, de las cuales se muestran 265 grabados junto con libros, esculturas, dibujos y pinturas tempranas.
  • Permiten observar de cerca el proceso creativo de sus trabajos y descubrir los temas que la obsesionaron durante toda su carrera: formas arquitectónicas, naturaleza, cuerpo humano, sexualidad y maternidad.

Para Louise Bourgeois (París,1911-2010) el arte fue una herramienta de "supervivencia" y su "garantía de cordura" llegaría a decir. Materializando sus emociones en obras de arte consiguió hacer frente a todo aquello que la minó como ser humano: recuerdos dolorosos (sobre su niñez y su padre la mayoría), ira, soledad, celos... Su obra no dejó de crecer desde que inició su carrera en los años 40, exorcizando todos esos demonios que le rondaron y atormentaron.

Son de sobra conocidas muchas de sus esculturas e instalaciones (aunque la fama internacional le llegó de forma tardía rozando casi los 90 años) pero mucho menos los grabados que realizó durante una buena parte de su carrera. Ahora, tenemos la oportunidad de acercarnos a ellos gracias a la exposición Louise Bourgeois: An unfolding Portrait (Louise Bourgeois: un retrato desplegable), que puede verse en el MoMA de Nueva York hasta el próximo 28 de enero de 2018.

La muestra ha conseguido materializarse gracias al trabajo de una de las personas que mejor la conoció, Deborah Wye, una de sus grandes amigas y también una de las grandes especialistas en la obra de Bourgeois. Ella fue una de las primeras personas en impulsar su carrera montando su primera retrospectiva en Estados Unidos a principios de los 80; la que durante años catalogó todos los dibujos, grabados e impresiones que han servido como base a esta exposición y la que convenció a la autora en 1990 para que los donara al MOMA.

De las más de 1.200 piezas entregadas, ahora ven la luz unas 300 que incluyen 265 grabados (incluyendo libros y series), 23 esculturas, nueve dibujos y dos pinturas tempranas. Todos ellos representan una magnífica oportunidad para acercarnos a su forma de trabajo y también a los temas que durante siete décadas 'arrollaron' creativamente a la artista: las formas arquitectónicas, la naturaleza, el cuerpo humano, la sexualidad y la maternidad.

Tres hijos y una prensa casera

No solo se incluyen las composiciones finales, sino también las numerosas variaciones que hacía (algunas retocadas posteriormente con acuarelas, lápiz o gouache) dándonos la posibilidad de bucear en el proceso creativo de su mente. "Sus grabados son especialmente reveladores, ya que nos proporcionan la oportunidad de ver cómo se desarrolla su imaginación", dice Wye. "Ver estas secuencias es como mirar por encima del hombro de la artista mientras trabajaba".

Hubo dos momentos clave de esta producción. Durante la década de los 40 -antes de dar el salto definitivo a la escultura-y a la par que cuidaba de sus tres hijos pequeños, Bourgeois realizaba numerosas impresiones en una pequeña prensa casera. También frecuentó por aquella época el Atelier 17, un reconocido taller que se había trasladado de París a Nueva York durante la guerra. Posteriormente, a partir de finales de los 80 y de forma muy activa hasta su muerte, la autora realizaría impresiones prácticamente de forma diaria tanto en su antigua imprenta como en otra nueva situadas en la planta inferior de su casa/estudio. Para Bourgeois no había ninguna rivalidad en los medios con los que trabajaba. En su lugar, dijo, le permitieron "decir las mismas cosas, pero de diferentes maneras".

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