Los peritos que declararon ayer en el juicio contra Francisco Javier R. B., de 31 años, acusado de asesinar a Águeda González, de 21, confirmaron que bajo las uñas del cadáver de la joven se encontró sangre suya y de su presunto asesino, pero no esperma. Por su parte, la Guardia Civil explicó que al acusado se le citó en calidad de testigo por ser el último que habló por teléfono con Águeda el día de autos, 11 de enero de 2006. Al ser interrogado, sus declaraciones eran inverosímiles, por lo que finalmente «se derrumbó y se echó a llorar». Luego confesó el crimen e hizo un croquis del lugar donde la había enterrado.
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