Así cataloga Barcelona su pasado arqueológico enterrado

  • El Servei d'Arqueologia de Barcelona decide con Generalitat y promotores el destino de los restos destapados por las obras.
  • En 2016 se sumaron 61 intervenciones en restos arqueológicos en la ciudad con un resultado satisfactorio y una veintena que quedaron "en nada".
  • El almacén del MUHBA de Zona Franca guardaba a fecha de finales 2016 un total de 24.846 cajas procedentes de 906 intervenciones arqueológicas.
Restos arqueológicos a la vista durante las obras de remodelación de la calle Comerç del Born.
Restos arqueológicos a la vista durante las obras de remodelación de la calle Comerç del Born.
LLUC PEDRERO
Restos arqueológicos a la vista durante las obras de remodelación de la calle Comerç del Born.

En las entrañas de Barcelona anidan multitud de huellas de su pasado más remoto. Vestigios que son escrupulosamente documentados por parte del Servei d'Arqueologia de Barcelona, con más de un siglo de historia, y que, una vez valorados, pueden acabar desde expuestos en un museo o a la vista del viandante a ser guardados a buen recaudo en un almacén del Museu d'Història de Barcelona (MUHBA) o tapados bajo una obra.

Este último destino se culmina una vez descartado que se conserve por criterios de relevancia como la singularidad, la legitimidad (que se expliquen fácilmente por si mismas) o su estado de conservación (que sea tan frágil que impida mantenerlo o exhibirlo).

Toda esta realidad arqueológica es fácilmente visible en el centro de Barcelona por parte del ciudadano de a pie, que un día puede pasear por una calle donde restos de la Barcelona del pasado estén siendo excavados y, días después, verlos ya tapados por la misma obra que los sacó a la luz.

En medio de estos dos paisajes se lleva a cabo un proceso que gestiona –incluso de forma preventiva–el Servei , un equipo de siete personas coordinado con la Generalitat y con las empresas constructoras que requieren de sus servicios, tanto de obra pública como privada. El responsable de las intervenciones es Josep Pujades.

Este experimentado arqueólogo explica a 20 Minutos que, en los últimos dos años, el servicio ha llevado a cabo unos 140 proyectos de intervención arqueológica en la ciudad, de ellos, entre 80 y 90 han sido excavaciones, las cuales han realizado arqueólogos externos al Servei y contratados por las constructoras.

Premios inesperados

El anuario arqueológico del departamento de 2016 suma 61 intervenciones en restos arqueológicos con un resultado satisfactorio y una veintena que quedaron "en nada", comenta Pujades. Aunque este grupo de expertos cuenta con información previa y concisa sobre qué se halla bajo el subsuelo barcelonés, "realmente, hasta que no excavas no sabes", afirma su responsable. No encontrar restos relevantes no es negativo: "Tanto si hay como si no es igual de interesante para nosotros", dice.

Todas estas actuaciones van configurando un mapa de la ciudad más completo que los anteriores y confirma o descarta hipótesis. Recientemente, el Servei se ha encontrado con premios inesperados. Por ejemplo, vestigios de la época prehistórica no solo en el Raval sino en los distritos de Sant Martí y de Sant Andreu.A todos estos hallazgos contribuye una técnica al servicio del arqueólogo cada vez más avanzada, como los escáneres 3D.

Otro caso expuesto por Pujades apoya la teoría arqueológica de que no siempre lo más antiguo resulta lo más valioso. Es el del descubrimiento de un foso de unos 90 metros de largo excavado en la arena en el interior de las naves de las Drassanes, correspondiente a una antigua dársena para el mantenimiento de barcos. La fragilidad del terreno y de los materiales encontrados, entre ellos maderas para apuntalar las embarcaciones, hacen imposible su conservación.

Eso sí, siempre que se hallan restos se sigue una metodología estipulada. Los muebles (cerámica, metal, hierro) se extraen del yacimiento, se limpian e inventarían y se depositan en el almacén del MUHBA de Zona Franca, que guardaba a fecha de finales 2016 un total de 24.846 cajas procedentes de 906 intervenciones arqueológicas. Las piezas más relevantes pasan a la colección del museo. De los inmuebles se guardan documentos gráficos en formato foto, dibujo y escáner y se decide entre cuatro destinos:dejarlos donde están, trasladarlos, taparlos o eliminarlos.

La otra Barcelona que hay debajo

En la calle Comerç del Born, el lector Lluc Pedrero ha observado cómo unas obras de reurbanización del entorno consensuadas con los vecinos dejaron al descubierto restos de casas que fueron destruidas para construir la Ciutadella. Al volver de vacaciones, Pedrero constató que el yacimiento ya había sido tapado. Pujades explica que el hallazgo es idéntico al que ya se expone en cercano del Born Centre de Cultura i Memòria.

Carta de un lector: "Ruinas perdidas en Barcelona" (Lluc Pedrero)

Barcelona siempre está en obras. Calles, plazas, una ciudad que no para quieta para renovarse porque es moderna y como decía el viejo eslogan de Barcelona 92 Barcelona posa't guapa .

Existe un ritmo frenético en las obras municipales y el de sus habitantes, que no entiende de pausas ni de horarios, que nos arropa en invierno con su gabardina invisible, de las penas, de la tristeza y los amores perdidos.

Voy caminando por la calle Comerç y está en obras, así lo han pedido sus vecinos. Van a plantar árboles, poner luces led y embellecer esta reurbanización del entorno. Pasan los guiris con su guía como si fuera un abanico en dirección al mercado del Born, testigo de una Barcelona herida, y gentes que trataban de recuperarse de una batalla perdida en 1714, la guerra de sucesión.

La represión y la resistencia fueron duras, oscuras, sanguinarias, terribles. Allí enterradas estaban sus casas, sus vidas, sus oficios.

En este lugar por el que paso, justamente en la calle Comerç con Marquès de l'Argenteria, existía la explanada de la Ciutadella y donde fueron derribadas decenas y decenas de casas para construir una fortaleza militar a cargo de Prosper Verboom.

Mi sorpresa es encontrarme con más adoquines como los del vecino Born, con restos de esas casas, de memoria y fusiles. No son tan solo adoquines, parece también un laberinto que hay que descifrar, como quien encuentra un tesoro perdido en medio de la ciudad.

Me detengo, observo como un niño a los arqueólogos  municipales que trabajan en ello, con cuidadoso esmero, barnizando la memoria con sus pinceles. Me pregunto si lo mantendrán, lo conservarán, o eso se debe preguntar la gente que pasa por allí, camino a sus trabajos, a la Estació de França.

Llegué ayer a Barcelona (31 de agosto), como muchos de vacaciones, y encuentro arena. En unas semanas habrá luces de led y raquíticos árboles plantados por los trabajadores de Parcs i Jardins. Y el tesoro enterrado como seguramente se hizo antaño con esas viviendas austeras de apenas dos plantas después del derribo de uno de los barrios más conocidos de la ciudad, la Ribera y su motor económico.

En fin, sultán tras sultán esta ciudad pasó, la arena volvió a la Ribera y debajo queda otra Barcelona con las piedras que componen su territorio antiguo y las calles de tantas Barcelonas.

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