Fue la inquilina de la habitación, una mujer norteamericana, quien denunció ante el Servicio de Atención al Turista Extranjero (SATE) que alrededor de la medianoche, cuando se encontraba durmiendo con su marido en el interior de la habitación de este céntrico hotel de Granada, los despertó la luz de una linterna.
Observaron a un individuo que parecía estar buscando algo y al preguntarle qué hacía les contestó que era del servicio del hotel y se marchó. Posteriormente contactaron con la recepción y comprobaron que no había nada forzado en la habitación y que a la señora le faltaba una riñonera con 200 euros, documentos, tarjetas bancarias y las entradas para visitar la Alhambra.
Los policías comprobaron que un hombre había entrado en el hotel momentos antes de que ocurrieran los hechos acompañando a un grupo de personas. Poco después bajó la escalera y se dirigió a recepción, donde hizo creer al empleado que era cliente y que necesitaba una copia de la tarjeta de su habitación, tras lo que éste se la dio.
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