Giacomo Balla, el artista de la velocidad y el sonido

  • El vanguardista italiano (1871-1958) protagoniza en Nueva York 'Diseñando el futuro', una antología con más de la mitad de las obras que firmó.
  • Implicado en los ideales futuristas de la velocidad como norma y la máquina como paradigma, Balla era el más dotado de los pintores del movimiento.
  • Al final de su carrera se distanció de los futuristas y descreyó del ideario, porque le parecía que 'el arte puro está en el realismo más absoluto'.
Dibujo de 1930 de Giacomo Balla
Dibujo de 1930 de Giacomo Balla
Courtesy The Biagiotti Cigna Collection
Dibujo de 1930 de Giacomo Balla

La obra más conocida de Giacomo Balla (1871-1958) —y, según algunas listas realizadas por críticos de arte, una de las piezas fundamentales del siglo XX— es un tríptico que representa el efecto dinámico del paso de un automóvil frente al espectador.

En la parte derecha del cuadro, Velocidad abstracta, grandes ondas circulares previenen del acercamiento de la máquina; en la central, Abstracción + sonido, el vehículo y su estela están ante la vista, y en la izquierda, Velocidad abstracta, el coche ha pasado, sólo quedan en el ambiente los restos del roce sonoro y físico.

Cuando la obra —que ahora está diseminada en tres museos diferentes— fue expuesta por primera vez, en 1914, se dijo que era la más fiel representación del ideario futurista, la vanguardia italiana que que ensalzaba la velocidad, la rabia y el peligro.

El tríptico de Balla era citado a menudo como ejemplo de uno de los dictados del manifiesto de la escuela: "El esplendor del mundo se ha enriquecido con una nueva belleza: la belleza de la velocidad... Un automóvil rugiente que parece correr como la metralla es más hermoso que la Victoria de Samotracia".

Aunque Balla comulgó con el ideario durante buena parte de su vida y creyó que la velocidad y el dinamismo eran la norma para el arte del siglo XX, basado en los poderes de la máquina y la industrialización, el prolífico artista italiano se apartó gradualmente del maximalismo de la escuela y, aunque siguió experimentando con la luz y la cinética, acabó considerando que "el arte puro está en el realismo más absoluto".

160 obras

La exposición Giacomo Balla: Designing the Future (Diseñando el futuro) lleva a Nueva York una amplísima selección de las obras del artista italiano, 160 piezas de pintura, textiles, mobiliario, diseños industriales y dibujos, que suman más de la mitad de su legado integral. La muestra está abierta al público hasta el 25 de junio en la sede de la Estorick Collection, el museo de la gran metrópoli de los rascacielos especializado en arte italiano.

Nacido en Turín e hijo de un fotógrafo, Balla iba para músico, pero la prematura muerte del padre, cuando el niño tenía nueve años, le obligó a emplearse como aprendiz en una empresa de impresión. La decisión le cambió la vida: descubrió que las artes gráficas le fascinaban y consiguió aprender a dibujar y pintar, conseguir trabajos como caricaturista y pagar los estudios superiores de Arte.

No tonteó con el fascismo

Como firmante del Manifiesto Futurista de 1910 —redactado por Marinetti solo en parte: los historiadores dicen que hay más de Balla que del supuesto patrón de la corriente—, el artista se convirtió en uno de los más respetados de las vanguardias de principios de siglo, sobre todo porque no tonteó como Marinetti con el fascismo que ganaba terreno en el país.

La exposición de Nueva York es un préstamo de la Colección Biagiotti Cigna, propiedad de la empresaria de moda y complementos Laura Biagiotti, fascinada por la obra de Balla, del que ha reunido más de 300 piezas. La muestra abarca pintura figurativa y dibujo, así como obras abstractas, piezas de arte aplicado y diseño, tanto textil como de mobiliario.

Empezó como divisionista

Aunque comulgó en el inicio de su carrera con la rabia del divisionismo, un estilo inventado por Seurat en el que los colores se mostraban separados y aún mezclándose seguían aislados de forma desafiante, Dalla profesó el ideario futurista, sobre todo, porque le aburrían los modelos canónicos de enseñanza del arte y deseaba llevar a término experimentos de percepción con la luz y el dinamismo del movimiento.

Fue el primero de los futuristas en desarrollar un estilo abstracto, el único miembro del grupo inicial de artistas que continuó identificándose con el movimiento durante la I Guerra Mundial y el coautor en 1915 del manifiesto Reconstrucción Futurista del Universo con el joven genio Fortunato Depero.

Al consagrarse a las artes aplicadas, el diseño y la decoración en la etapa final de su carrera, Dalla, dicen los organizadores de la exposición de Nueva York, "influyó más que ningún otro artista en la promoción y extensión de los principios futuristas a todos los aspectos de la vida cotidiana".

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