El 25% de las personas que mueren en Lleida son incineradas. Por esta razón el ayuntamiento de Lleida estudia la ubicación dentro del Cementerio Municipal de 400 columbarios. El objetivo de estos columbarios, es que las personas que incineren a sus familiares puedan depositar sus restos sin necesidad de utilizar un nicho.

El Alcalde de Lleida Ángel Ros ha explicado que "estas cifras demuestran que la demanda de nichos cada vez es menor y por eso calculamos que la vida útil del cementerio es aún de entre 12 y 15 años".

Además, la Paeria ha encargado la redacción del proyecto de adecuación y ampliación de nichos en el recientemente derrumbado Departamento de Sant Anastasi, que permitirá la construcción de 1.600 nichos más en un futuro, y, estudiará en función de la necesidad de la demanda de espacio reformar o tirar el Departamento de Santa Cecilia a largo plazo.

Durante el día de Todos los Santos, mañana jueves, el Ayuntamiento de Lleida instalará un sistema informático, a través de ordenadores portátiles que estarán conectados al sistema de gestión del cementerio, con información, respecto a la ubicación de cada persona enterrada en el recinto.

Los ordenadores estarán ubicados en la Oficina de Atención al Público del cementerio Municipal, y, las personas interesadas en hacer uso de este servicio tendrán que acreditar el parentesco o relación para solicitar información sobre la persona que esté enterrada en el Cementerio.

La visita al cementerio. ¿Una tradición con fecha de caducidad a largo plazo?

El cementerio de Lleida es un entrar y salir constante estas jornadas previas al Día de Todos los Santos. Personas que se apresuran a limpiar la cara a las lápidas de sus familiares y llenarlas de flores y de ramos para recordarlas. La verdad es que echando un vistazo rápido a las personas que vemos durante nuestra visita al cementerio, nos damos cuenta que la media de edad no baja de los 50 años, y por eso preguntamos si esta tradición desaparecerá a la larga.

"La verdad es que a nadie le gusta venir al cementerio" - nos cuenta María - pero cuando yo esté aquí, me gustaría que me vinieran a ver y me trajeran flores". "Esto no va con la gente joven - nos replica Carmen - ¿Cuántos ves aquí?. La gente joven pasa de estas cosas. El vivo al bollo y el muerto... ya sabes" acaba diciendo.

"Yo vengo 5 ó 6 veces al año. Está mí marido, yo ya soy muy mayor, hace ya años que le perdí, pero créeme, aún le echo cada día de menos" - comenta Juana -

Mario espera "que esta tradición nunca acabe. A mí me transmite paz este sitio, no es agradable venir aquí, pero cuando lo haces, te sientes bien. Al menos yo, cuando salgo de aquí, me siento como más relajado".

Y es que quién más, quien menos, por desgracia, tenemos a alguien enterrado en algún cementerio de cualquier ciudad de nuestro país, y las prisas del día a día y el ir siempre corriendo por llegar quien sabe dónde, a veces, nos hace olvidar las cosas más comunes, más corrientes de la vida, y quizás en momentos determinados no nos acordemos de personas que ya no estén aquí.

Días como estos nos pueden hacer reflexionar , que es posible que no valga la pena correr tanto, para llegar no se sabe donde, y saber pisar el freno, porque quizá cuando nos queramos dar cuenta quien sabe si nos estarán visitando a nosotros. O no.

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