Los huertos urbanos están en franca proyección. Parcelas en desuso o solares abandonados de titularidad pública son transformados por los propios vecinos en lugares para cultivar la tierra –y no sólo: también se siembra una transformación ecológica y social–. De los 1.000 huertos urbanos (15 hectáreas) en toda España en el año 2000 se ha pasado a unos 20.000 (200 hectáreas) en 2015.
Grandes Ayuntamientos están apostando por seguir fomentando la agricultura urbana. En Madrid, Sevilla o Barcelona los huertos municipales se han convertido en espacios de convivencia vecinal que ayudan a la economía doméstica. Son así, espacios de convivencia o yacimientos de empleo. Pero también hay huertos que son para el autoconsumo.
Claro que no todos tienen acceso o no todos pueden trasladarse hasta el extraradio para cultivar su parcela. Pero, ¿y si la montaña viniera a Mahoma? Cualquier espacio, por pequeño que sea, puede convertirse en un lugar para cultivar nuestras propias verduras, hortalizas o hierbas aromáticas. Esa es la filosofía de La Huertoteca, una empresa recién nacida que diseña y da forma a pequeños huertos en los balcones o terrazas de las ciudades.
Como explican sus creadores “se trata de vivir en primera persona la experiencia del campo en la ciudad y disfrutar del sabor de tus propios tomates o lechugas”. Ellos toman nota de las necesidades del cliente, de su idea y su espacio, y realizan el diseño que se adapta al espacio disponible, sea balcón, patio o terraza. Disponen de los recursos materiales necesarios para montar un huerto a medida y facilitan los conocimientos necesarios para cultivarlo.
Animados por una conciencia ecológica que día a día crece en todas partes, la empresa imparte cursos y talleres en colegios, residencias de mayores y asociaciones. “Los niños aprenden a cuidar y entender la naturaleza en grupo, de una forma lúdica y cultivando sus propios alimentos aprenden las propiedades de una alimentación sana”, cuentan.
También ofrecen sus servicios a residencias para la tercera edad, centros de día, centros para personas discapacitadas o centros sociales. En éstos, aplican los principios de la hortoterapia (metodología terapéutica) como herramienta de ayuda.
Esta misma filosofía la aplican en las empresas –bien como una actividad de ocio o como una terapia antiestrés– y a la restauración, donde un huerto puede ofrecer un sello distintivo, además de ser una manera de garantizar verduras de calidad.
Un huerto sin tierra
Para los que quieren complicarse menos y ensuciar poco están los cultivos hidropónicos para interiores. IKEA ha simplificado este sistema de cultivo e incluirlo en su catálogo de productos. El cultivo hidropónico permite cultivar plantas sin necesidad de agua (o mucha menos agua, mejor dicho) o tierra.
Simplemente añadiendo nutrientes y con la cantidad de luz adecuada, con la hidroponía se puede cultivar incluso en espacios muy pequeños y en estaciones como el invierno. Claro que tiene sus limitaciones. Nada de patatas, zanahorias, tomates o berenjenas. Este sistema de cultivo está más orientado a toda la gama de hojas de ensalada y plantas aromáticas.
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