«Le pido a la jueza que con la mano en el pecho se ponga en mi lugar»

Es el testimonio de Rocío, la menor que pide donar el hígado a su bebé. El teléfono y el timbre de su casa de Camas no paran de sonar. Madre e hija (Rocío y Noara) viven una jornada maratoniana. Por la mañana, a los juzgados, y por la tarde, a atender a los medios de comunicación. «No nos esperábamos tanto apoyo. Esto es lo mejor del mundo», dice Esperanza, la abuela de la niña.

Su hija Rocío, de 17 años, está a la espera de que una jueza dictamine en los próximos días si puede donar parte de su hígado a su hija Noara, que sufre un problema hepático. Al ser menor de edad, la ley no le permite ser donante vivo por los riesgos que conlleva la operación.

Rocío cumplirá los 18 en cinco meses, pero a lo mejor «ya es tarde para mi niña porque no ha llegado otro hígado», dice la joven madre.

Rocío confía en que la jueza, por ser mujer, le va a apoyar. «Si es madre, le pido que con la mano en el pecho se ponga en mi lugar porque cualquier madre daría la vida por su hija», afirma a 20 minutos. No es la única que mantiene la esperanza. Su abogado, Juan M. Gabella, también confía en ganar.

Rocío ve «injusta» la ley que le impide donar porque «tan madre soy yo como una de 40 años. No me tendría que autorizar nadie», explica.

En caso de que la jueza no le conceda el permiso, Rocío sabe que no está sola. «Si no puedo ser yo será mi hermana, mi tía Paca o mi tata Rocío. Todos están locos con la niña. Es muy fuerte y tiene muchas ganas de vivir», declara.

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