La estadounidense Halle Berry y el puertorriqueño Benicio del Toro presentaron ayer la película Things We Lost in The Fire (Cosas que perdimos en el fuego), un drama dirigido por la realizadora danesa Susanne Bier, que lo define como "una historia de amor que los protagonistas no saben reconocer".

"Quise interpretar ese papel desde que leí el guión", dijo Halle Berry durante la rueda de prensa en la que presentó la película junto a Del Toro, Bier, el productor Sam Mendes y el guionista Allan Loeb.

Berry, de 41 años y ganadora de un Oscar en 2002 por su actuación en Monster's Ball, interpreta a Audrey, una mujer que ha perdido repentinamente a su esposo (David Duchovny) víctima de un asesinato y que, para llenar ese vacío, se acerca a un amigo de éste, Jerry Sunborn (Benicio del Toro), ex abogado y drogadicto.

La actriz reconoció que tuvo que luchar por conseguir ese papel protagonista en el primer filme en inglés de Bier, a quien preguntó en la primera reunión que tuvieron: "¿Le importa que sea negra? No era un papel escrito para una mujer negra".

"Pero Susanne me contestó que no le importaba el color y me pidió que le hablara de Audrey", relató Berry sobre cómo fue su casting para interpretar a una viuda con dos hijos pequeños cuya vida emocional se viene abajo tras el asesinato del esposo.

Berry, protagonista de películas como Instinto maternal (1995), A tres bandas (1998) y la saga de los X-Men, y chica Bond en Muere otro día (2002), señaló que "la vida es diferente después de esta experiencia".

Por su parte, el puertorriqueño Benicio del Toro explicó cómo preparó su papel, el de un ex abogado con la vida destrozada por la dependencia de los drogas y a quien todos, excepto el esposo de Audrey, han abandonado por su comportamiento autodestructivo.

"Me reuní con un doctor experto en adicciones, y también con un drogadicto y con otras personas que habían logrado recuperarse. Tengo amigos y amigos de familiares con problemas de adicción. Hablé con ellos", dijo Del Toro, que también asistió a alguna reunión de drogadictos anónimos.

Sin embargo, ambos subrayaron que el proceso doloroso y catártico de sus personajes y todas sus emociones se quedaban en el estudio cada día al terminar el rodaje.