España concede asilo a Abdsalam, un sirio de 17 años que escapó a las torturas del EI

  • Fue apresado en Alepo cuando volvía de un examen de Secundaria.
  • Logró escapar con sus compañeros y atravesó Turquía, Grecia, Macedonia, Hungría y Alemania.
  • Lleva 12 meses en España y ahora le han concedido el estatuto de protección.
El joven sirio de 17 años Abdsalam Haj Taher, durante su intervención la jornada de Puertas Abiertas al Tribunal Supremo.
El joven sirio de 17 años Abdsalam Haj Taher, durante su intervención la jornada de Puertas Abiertas al Tribunal Supremo.
Emilio Naranjo / EFE
El joven sirio de 17 años Abdsalam Haj Taher, durante su intervención la jornada de Puertas Abiertas al Tribunal Supremo.

Abdsalam Haj Taher, el joven sirio de 17 años que consiguió escapar de la cárcel del Estado Islámico (EI), ha conseguido el estatuto de protección subsidiaria tras doce meses en España, país al que ahora tratará de traer a su familia desde Turquía.

Abdsalam no podía contener la alegría ni dejar de besar el colgante del Kurdistán que cuelga de su cuello tras saber este jueves que el Gobierno le ha concedido el estatuto de protección subsidiaria, una victoria al fin para este joven kurdo al que el EI apresó cuatro meses.

"Al fin siento que he conseguido hacer algo por mi familia", ha relatado pletórico, nada más enterarse de que le había sido concedido el estatuto de asilado once meses después de haberlo pedido.

Se trata de un tipo de protección que el Gobierno está otorgando a todos los refugiados sirios que solicitan asilo en España. Su petición fue examinada en la Comisión Interministerial de Asilo y Refugio, que se reunió el pasado julio, aprobada el 15 de septiembre y pendiente de notificación.

La buena noticia le ha llegado después de asistir a la jornada de puertas abiertas del Tribunal Supremo, donde ha participado en un debate sobre la crisis de los refugiados.

"¡Te han concedido el estatuto de asilado!", le ha gritado una mujer cuando abandonaba el Supremo. Acto seguido se han sucedido los abrazos y las lágrimas con su hermano y su profesor de teatro, que lo había acompañado.

En la cárcel del EI

Su periplo más duro comenzó cuando el Estado Islámico lo apresó junto a sus compañeros cuando volvía de examinarse de una reválida de secundaria en Alepo, la principal ciudad del norte de Siria.

"'Te podemos matar, eres kurdo y de Kobane', me decían". Así lo amenazaron los militantes del ejército justo antes de apresarlo, ha recordado.

Lo ha contado, en su recién estrenado español, después de que se le quebrase la voz al recordar cómo, cuando tenía 11 años, fue consciente de lo que era la guerra después de que el EI matara a su mejor amigo.

En la cárcel donde Abdsalam estuvo preso, "torturaron a mis compañeros", ha recordado tras aclararse la garganta: "Nos levantaban a las cinco de la mañana -ha proseguido-, nos hacían duchar con agua fría, rezábamos, nos preguntaban sobre el Corán y, a los que no respondían bien, los torturaban".

Escape de Alepo

Harto de la situación en la que se encontraba, un día Abdsalam se armó de valor: "Si sigo aquí, voy a morir", se dijo a sí mismo.

Los soldados del EI, que eran tanto hombres como niños, confiaron en él. "Porque yo era bueno, me dieron las llaves para poder ir al baño", ha relatado.

"Una noche conseguí dejar la puerta abierta y, como si fuera un capitán, guié a mis compañeros a las cinco de la madrugada" en su huida de las garras del IS, ha relatado emocionado. Pero ahí no terminó su periplo.

Cruzar Europa

Desde Alepo, Abdsalam llegó a la frontera de Turquía, después tomó un barco rumbo a Grecia en el que iban cuarenta personas cuando sólo tenía capacidad para quince, explica.

Grecia, Macedonia, Serbia, Hungría y Alemania conformaron su recorrido, hasta que llegó a España, donde uno de sus seis hermanos vive desde hace diez años.

Aquí cursa cuarto curso de la ESO en un instituto madrileño donde fue el protagonista de Los miserables en la función del año pasado. "Quiero ser actor de teatro y famoso", bromea.

Hacer teatro le ayudó a perder el hermetismo en el que se encontraba cuando llegó, ha asegurado su profesor de teatro, José Manuel Pardo.

Ahora, tras concedérsele el asilo, sabe que sus padres están más cerca de llegar a España, una ilusión que todavía no evita los malos recuerdos. "Cuando llegué a Alemania, estaba en la calle y no tenía dinero, nadie me daba nada", ha rememorado.

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