Novo ha señalado "lo determinantes a lo largo de la historia que han sido los sistemas tradicionales de regadío, que implican un manejo que requiere sabiduría, y la importancia que tiene en la configuración del paisaje, como por ejemplo en la Alpujarra o en el Cerro del Sol de la Alhambra donde fue el agua que dio origen a la ciudad palatina".

En este sentido, ha destacado que se trata de "una significación no sólo agrícola sino mucho mayor de estos sistemas regadíos tradicionales con más de 1500 años, que a día de hoy son muy complicados de mantener con la legislación actual, la situación de cambio climático, el estado de abandono del campo o la modernización agrícola".

Con respecto a lo paisajístico, Novo ha incidido que las acequias permiten por un lado "que haya zonas verdes más allá de dónde está el río, como es el caso de las montañas de Granada, donde hace que el agua se infiltre y que las laderas por la que discurre sean mucho más húmedas, creando bosques de ribera, y permitiendo la conexión de poblaciones de especies asociadas al agua como son los anfibios", y por otro, lo "puramente paisajístico, permite una serie de hábitats a unas cotas y en unos sitios determinados, que sin ese transcurso del agua, no existiría" como se puede ver en la Alpujarra o en el entorno de la Alhambra con el Cerro del Sol y la Colina de las Avispas como ejemplos.

Por último, la responsable del área de jardines del conjunto monumental de la Alhambra, ha querido resaltar el proyecto Memola del arqueólogo Luis García Pulido "que pone en valor los asentamientos asociados con el manejo tradicional del agua en Sierra Nevada, además de difundir cómo funcionan las acequias de careo y de riego con el fin de explicar cómo registrar esos saberes y revitalizar esos sistemas que se desarrollan en determinados pueblos donde la población está muy envejecida y constituye una comunidad de regantes que hay que legitimar"