Cuando los grandes pintores también coleccionan cuadros

  • Matisse intercambió obras con Picasso y compró un Cézanne, Lucian Freud adquirió un cuadro de Corot, Degas se hizo con uno de Manet...
  • Una exposición en la National Gallery de Londres presenta una serie de obras que pertenecieron a grandes pintores.
  • El conjunto de más de 80 trabajos explora el vínculo entre la obra comprada y el artista-coleccionista y el modo en que la pieza influyó en su carrera.
'El peinado' (c. 1896), óleo del impresionista francés Edgar Degas que compró Matisse
'El peinado' (c. 1896), óleo del impresionista francés Edgar Degas que compró Matisse
Hilaire Germain Edgar Degas - The National Gallery, London
'El peinado' (c. 1896), óleo del impresionista francés Edgar Degas que compró Matisse

A la protagonista de la pintura, de medio perfil, Camille Corot la captura en una mezcla de orgullo y ensimismamiento. Creó Mujer italiana o Mujer con manga amarilla en torno al año 1870. Al mirar de cerca la obra trasluce lo innovadora que es: las manos apenas tienen detalle, pero rebosan expresividad; las sombras son bruscas y capturan una atmósfera por la que suspirarían después los impresionistas.

Lucian Freud, una década antes de morir, había comprado el cuadro del pintor francés. Es probable que la intensidad de aquella dama y las pinceladas enérgicas de Corot cautivaran al moderno maestro del retrato. En su testamento, Freud especificó que deseaba donar la obra al Reino Unido en agradecimiento por la acogida que le dieron a él y a su familia cuando llegaron al país huyendo del nazismo.

Sus dueños eran pintores

Puede que el título de Painters' Paintings - From Freud to Van Dyck (Cuadros de Pintores - De Freud a Van Dyck) resulte algo vago. La exposición sin embargo ofrece una perspectiva única: la colección de obras tienen en común que sus dueños eran pintores. La National Gallery de Londres inaugura la muestra el 23 de junio con Mujer italiana como columna vertebral.

El recorrido abarca más de cinco siglos de la historia del arte con más de 80 obras que pertenecieron a artistas como Van Dyck, Matisse o Degas. En cartel hasta el 4 de septiembre, la exposición presenta una serie de casos prácticos que emparejan al pintor y al pintor coleccionista. El motivo por el que compraron los trabajos pasa por la amistad, el estatus social, el deseo de emular al autor, la inversión financiera, la fuente de inspiración...

Aunque pueda parecer secundario que las pinturas fueran propiedad de autores  reconocidos, Ann Robbins —comisaria de la exposición— subraya que a algunas incluso las ha aplastado la grandeza de sus dueños y se refiere en particular al caso de Corot: "Desde su adquisición, la ilustre procedencia del cuadro ha atraído una gran atención; de hecho, el retrato se juzga, con frecuencia, ante la obra de Freud, prácticamente eclipsando el valor intrínseco del lienzo de Corot".

Un diálogo entre la obra y el mundo creativo del comprador

Cada pieza se completa con otras creaciones del dueño para poner de relieve el vínculo entre su trabajo y la pintura que adquirieron, el modo en que influyó esa obra sobre su lenguaje artístico.

El diálogo arroja luz sobre el mundo creativo privado de autores-coleccionistas como Matisse, que empezó a hacerse con obras incluso antes de alcanzar la fama y que intercambió cuadros con Picasso y compró el óleo de Cézanne Las tres bañistas (1879-82).

También con un intercambio Degas pudo adueñarse de Mujer con gato de Manet, una obra que codiciaba. Frederic Leighton —uno de los artistas de mayor fama en la era victoriana— se dejó llevar más por el prestigio social y compró tanto obras del renacimiento italiano como paisajes franceses que decoraron su lujosa casa-taller en Londres.

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