Pasión por lo exótico, ganas de aventura, necesidad de cambiar de aires, creencia —por desgracia, casi siempre equivocada— de que se está mejor lejos de casa... El viaje es una aspiración eterna, un imán que empuja al movimiento: en 2014 hubo en el mundo 1.133 millones de trayectos turísticos, por placer y la cifra crece a un ritmo de casi el cinco por ciento entre un año y el siguiente.

Quizá porque estamos en vacaciones de Semana Santa o porque llega la primavera y se acerca el verano, el berlinés Kupferstichkabinett, el museo que alberga la mayor colección de grabados e ilustraciones de la capital alemana, pone en marcha una muestra sobre la representación artística de la movilidad y los viajes a través de más de cinco siglos de historia.

Wir suchen das Weite: Reisebilder von Albrecht Dürer bis Olafur Eliasson (Nos vamos: imágenes de viajes desde Alberto Durero a Olafur Eliasson), hasta el 25 de septiembre, agrupa un centenar de obras, sobre todo pinturas y grabados, que muestran el tratamiento artístico de los inicios de la locomoción, paisajes de Europa o el sueño de volar.

Dividida en seis secciones, la muestra incluye libros y grabados datados en torno a 1500, en plena la época de los descubrimientos, ilustraciones de los viajes del geógrafo Humboldt y también interpretaciones menos realistas, como los paraísos enigmáticos y lejanos del pintor Paul Gauguin en los mares del sur o las acuarelas Emil Nolde, el brillante creador que flirteó con el nazismo y salió escaldado de la experiencia.

Otros autores con piezas en la exposición son Francisco de Goya, Max Klinger, Philip Pearlstein, Richard Hamilton, Franz Ackermann, Martin Rosz o Rembrandt muestran cómo se reflejaron en el arte los desplazamientos en diferentes épocas, con distintos estilos y desde diversas perspectivas, porque "los viajes y la movilidad han sido temas centrales desde el origen de la Humanidad", según afirma Heinrich Schulze, director del museo y comisario de la exposición.

El objetivo de la muestra es dar a conocer cómo la perspectiva de cambiar de panorama y desplazarse siempre resultó "particularmente atractivo y popular". Desde ilustraciones clásicas a las icónicas gasolineras a las que Ed Ruscha dedicó una serie de 26 piezas, pasando por o los mapas mentales de Ackermann, el desplazamiento y el arte en papel están profundamente conectados.

Mediante bocetos en cuadernos, dibujos, acuarelas y apuntes al óleo, los artistas "nos han trasladado a nuevos mundos" y es precisamente en las obras inmediatas en papel donde los valores del viaje, la autenticidad, la movilidad y la espontaneidad, se hacen "directamente visibles" y nos permiten, como espectadores, "experimentar sus efectos", dicen los organizadores.

También aparecen en la exposición peregrinos en busca de la iluminación, tanto en la Europa del renacimiento como en Extremo Oriente, con los caminantes hacia el Monte Fuji de Emil Orlik; los caprichosos y elegantes viajes en tren que muestra Daumier y los desplazamientos que se consideraban ceremonias de iniciación y tránsito vital, como la ruta por Italia que durante el siglo XIX era una parte fundamental de la "educación de los caballeros" para que conocieran de primera mano los espacios de la antigüedad clásica.