La huelga de limpieza en Málaga, convocada por los trabajadores de la empresa mixta Limasa, llega este miércoles a su segunda jornada con la negociación entre las partes rota y un ambiente marcado por la tensión.

Después del cruce de ofertas y contraofertas 'in extremis' en la noche del lunes para tratar de evitar este paro indefinido y de la infructuosa reunión en la mañana de este pasado martes, no hay visos de una pronta solución, al revés, el ambiente se encuentra bastante crispado.

La imagen de contenedores con bolsas acumuladas alrededor, papeleras repletas y calles sucias empieza a extenderse por la ciudad pese a los servicios mínimos. Todo ello con la preocupación añadida de la proximidad de la Semana Santa.

El principal escollo en esta negociación es, sin duda, la paga de productividad, que los trabajadores exigen cobrar este año y que la empresa y el Ayuntamiento —tiene el 49 por ciento de la sociedad y es, a su vez, su único cliente— aplazan a 2017 y 2018, argumentando que el presupuesto municipal de 2016 ya esta cerrado.

En concreto, en su última contraoferta, ya no vigente tras la ruptura de la negociación este martes, el Ayuntamiento proponía que los empleados cobrasen 867,9 euros en 2017 y en 2018 llegar hasta los 1.119 euros —-276 serían fijos y el resto dependería del no absentismo—.

El comité de empresa, por su parte, exige percibir este mismo año esos 276 euros en la extra de septiembre y 433 euros distribuidos en 11 mensualidades, y ya en 2017, en su totalidad y en un solo pago.

Por otra parte, respecto a las vacaciones, la empresa pretende que a partir de 2017 se disfruten 15 días entre junio y septiembre y los 21 días restantes, durante los otros ocho meses del año, mientras que el comité reclama justo lo contrario, tres semanas en el periodo estival.