'Wearables': 'Gadgets' vestibles para todos

Pulsera que monitoriza el sueño.
Pulsera que monitoriza el sueño.
MISFIT
Pulsera que monitoriza el sueño.

Una de las tendencias más destacadas de los últimos años ha sido la de monitorizar y cuantificar la actividad física, deportiva y de fitness de las personas.

Comenzó siendo algo muy puntual ligado a deportistas amateurs que usaban sencillas pulseras con un sensor digital que actuaba como podómetro.

A partir de ahí, el siguiente paso fue crear un software capaz de interpretar esa información para convertirla en algo evaluable. Llegados a este punto, aparece el fenómeno de la gamificación, es decir, convertir en un juego o competición el hecho de superar las marcas diarias propias o competir contra otros usuarios a través de una red social.

Este planteamiento se extendió con éxito entre deportistas habituales, aficionados a la vida sana y otras personas que de una u otra manera quieren mejorar su forma física.

Todo esto fue potenciado con la sincronización con el smartphone, que además ha permitido no solo visualizar los resultados sino también complementarlo con opciones como el registro de alimentos para controlar las calorías de la dieta.

Poco tiempo después, las pulseras empezaron a usar sensores más precisos y avanzados. Además de medir el movimiento y aceleración –con los que se puede estimar los pasos y las distancias–, empezaron a incluir altímetros que cuantifican también las escaleras subidas.

Una de las funciones más singulares ha sido el registro de la cantidad y calidad del sueño, ofreciendo consejos para mejorar el descanso, aunque esta funcionalidad está bastante en tela de juicio.

El siguiente reto fue medir el ritmo cardiaco durante el ejercicio y, en algunos casos, incluso llegan a medir el pulso de forma continua durante toda la jornada, permitiendo evaluar mejor las diferencias de rendimiento.

También se sumó la posibilidad de registrar los recorridos usando el sistema de geoposicionamiento del GPS del móvil, aunque algunos modelos avanzados integran un GPS propio.

El último escalón ha sido trabajar sobre el aspecto y el diseño. Aquí se puede encontrar la oferta más variada de modelos, con propuestas que van desde una sencilla pulsera de goma hasta brazaletes que parecen joyas y, por supuesto, los cada vez más presentes relojes inteligentes.

La evolución a otras funcionalidades

Así pues, las pulseras representaron la primera ola de dispositivos wearables, válidos para los usos iniciales más básicos, la evolución natural es hacia los relojes que ofrecen otras funcionalidades, especialmente de comunicación.Estos últimos han ido comiendo terreno a las pulseras cuantificadoras en el interés del público general y así es como cada vez más gente prefiere apostar por un smartwatch que incluya –además de las funciones de cuantificación de actividad básica– otras prestaciones avanzadas en coordinación con el móvil.

Ahora bien, hay varios parámetros a analizar a la hora de escoger el dispositivo que mejor se adapta a cada necesidad.

El precio suele ser uno de los primeros, ya que el margen de inversión varía desde los 99 euros hasta los más de 400.

Sin embargo, la cuestión más polémica es la autonomía. Los relojes inteligentes más avanzados suelen gastar mucha energía y tienen poco espacio para la batería, con lo cual no suelen superar más de un día lejos del enchufe.

Las pulseras (y relojes de pantalla monocroma) pueden aguantar, en la mayoría de los casos, entre 4 y 7 días sin necesidad de recarga. Solo los dispositivos mixtos (reloj analógico y sensores digitales) están varios meses activos.

Finalmente, los diversos estilos y funcionalidades serán los que sirvan para decantarse por un modelo u otro en función de lo que busque cada persona y de su estilo de vida.

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