Las máquinas entran hoy en la escuela para ocupar y aplanar cuatro de las nueve pistas de tenis, por donde pasarán los camiones que trabajan en la obra de la M-30.
Los chavales podrán continuar sus clases, pagadas hasta final del trimestre, en otras dos instalaciones: unos en La Bombilla, junto a la avenida de Valladolid, y otros en la Casa de Campo. «Pero allí no llevo yo a mi hijo. Hay mal ambiente», dice Salustiano acerca del parque madrileño.
Muchos de los padres estaban ayer tan indignados como Salustiano por cómo el Ayuntamiento ha decidido el cierre de la instalación. Varias decenas de ellos decidieron concentrarse anoche a las puertas del complejo para tratar de obstaculizar el cierre de las pistas.
Juan Córdoba. 24 años. Monitor. «Todo ha sido muy precipitado. No hemos tenido tiempo apenas para avisar a los alumnos. Sólo espero que, cuando terminen las obras, podamos volver a estas instalaciones y que sigan siendo públicas».
Leticia Pérez. 17 años. Alumna. «Es incómodo cambiar de sitio para jugar. Aquí ya hemos hecho amigos y hay buen ambiente. Además, hay gente que tendrá problemas para ir a las nuevas pistas. Debían haber avisado con más tiempo».
José Luis López. 47 años. Padre de alumno. «Los chicos están muy disgustados. Tuvimos que hacer cola desde las cinco de la mañana para poder apuntarlos aquí. Están dejando el centro de Madrid sin instalaciones deportivas, es una lástima».
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