¿Ocultan estas fotos un enigma?

  • Una colección de fotos anónimas y sin ningún dato de contexto o explicación añadida se convierten en una 'constelación de preguntas' para el espectador.
  • La muestra 'Cada fotografía es un enigma' está compuesta por imágenes ambiguas que modifican el modo en que vemos y nos llevan a la perplejidad.
  • El historiador Michel Frizot lleva años recopilando instantáneas anónimas. Siempre elige buscando que provoquen más preguntas que certezas.
Una de las fotos de la colección 'Enigma'
Una de las fotos de la colección 'Enigma'
Courtesy Fotomuseum Winthertur - From 'Enigma'
Una de las fotos de la colección 'Enigma'

La fotografía puede dignificar lo grotesco, violar lo sagrado y, en una especia de ceremonia llevada al paroxismo, disolver el tiempo. Lo resumió mejor que nadie Susan Sontag en su a estas alturas ecuménico ensayo sobre el arte, moralmente atroz y despiadado, de hacer fotos: "Hay algo depredador en la acción de hacer una foto. Fotografiar personas es violarlas, pues se las ve como jamás se ven a sí mismas, se las conoce como nunca pueden conocerse; transforma a las personas en objetos que pueden ser poseídos simbólicamente".

Si cada foto, como afirmaba la ensayista estadounidense, es un memento mori de carácter melancólico, ¿qué condición tienen las imágenes de las que nada sabemos, aquellas sin notas al pie, apuntes en el reverso, marcas de tampones con la fecha o el nombre del olvidado autor?, ¿que hay en una foto vacía de cualquier tipo de información excepto la imagen en sí misma?, ¿y si la imagen es ambigua, confusa, distinta a las habituales destinadas a revelar rostros o mostrar situaciones?

No se alcanza a comprender

¿Qué pasa, en suma, cuando la foto es un enigma que no se alcanza a comprender o que difícilmente puede entenderse o interpretarse? El encuentro con este tipo de imágenes que conducen a la perplejidad es el objetivo de la muestra Jede fotografie hait ein geheimnis (Cada fotografía es un enigma), que se expone, hasta el 14 de febrero de 2016, en el Fotomuseum de la localidad suiza de Winterthur.

Basada en la colección personal del fotohistoriador francés Michel Frizot —autor, entre otros libros más académicos, de la antología Photo Trouvée (Foto encontrada)—, la exposición muestra varios centenares de imágenes sin ningún dato de contexto o explicación añadida. Todas de autores anónimos, compradas o halladas a lo largo de varias décadas en mercadillos, subastas de archivos personales, bazares, comercios en liquidación y tiendas de segunda mano, Frizot eligió cada imagen por su grado de extrañeza.

La cara, fuera de cuadro

Un hombre que descansa en una hamaca colocada en la cubierta de un barco pero del que no vemos la cara por un mal corte en el encuadre —arbitrario con motivo o causado por un error— , una violenta explosión en una zona árida levantando una lluvia de polvo y piedras que parece una construcción geométrica, una persona cuya cabeza simula disolverse cuando es alcanzada por un chorro de agua, una pareja tendida tras unos setos y dedicada a lo que a primera vista es un encuentro sexual, una niña atrapada por una banqueta caída...

Buscando "chispas de sorpresa" o una "perplejidad sostenida", a Frizot le interesa que los espectadores se vean sometidos a la "constelación de preguntas" que pueden ser formuladas a partir de cada foto y que se sacudan de la mirada la idea de que las imágenes, sobre todo en estos tiempos en que son geolocalizadas, etiquetadas y explicadas, han de ser siempre "familiares y comprensibles" y responder al "sentido común visual íntimamente relacionado con nuestra vida cotidiana". Las fotos, dice, no siempre han de ser "una transparencia a través de la cual accedemos a una realidad conocida, sino, al contrario, pueden ser una fuente de ingenua ambigüedad".

Las decisiones y errores del fotógrafo

Al coordinador de la muestra le interesa también que los espectadores vuelvan a considerar la relación entre el fotógrafo, el sujeto fotografiado y el dispositivo técnico que funciona como mediador, la cámara. Aunque está en desaparición mirar las fotos desde este ángulo —la automatización de funciones de la digitalización elimina las cualidades de cada foto: todas están enfocadas y con la luz y la velocidad de disparo bien calibrados—, la fotografía siempre se interpretó como "un índice de los estados de la luz en lugar de la realidad percibida por el ojo" y en el rompecabezas participaban también las decisiones instantáneas del fotógrafo y sus errores.

"El enigma de la fotografía nace en las insuficiencias y callejones sin salida" del complejo proceso "casi mágico" de hacer una foto —al menos las de película, papel o placa— y los espectadores son los encargados de la exploración posterior y de la "astucia de los ojos" que miran. Las imágenes de la exposición han sido buscadas por su "carga emocional", pero también porque se trata de piezas "puras y despojadas de pretensiones artísticas".

"No hay jerarquías en una foto", dice Frizot. "Es la mirada quien revela la riqueza de una imagen. Para el ojo, cada fotografía es un enigma".

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