La "visión nueva" que predicaba la Revolución bolchevique de 1917, el movimiento de masas que convirtió el imperio medieval-zarista en una "república de los trabajadores" basada en el marxismo comunista, empapó de entusiasmo a la gran mayoría de los 186 millones de habitantes del enorme reino. Durante un tiempo todo parecía posible y la esperanza era infinita.

Entre los artistas de vanguardia, sometidos hasta el derrocamiento del zar a una censura férrea y siniestra, los nuevos aires de libertad social y de pensamiento asociados al drástico cambio de régimen condujeron a una confluencia en proyectos de colaboración e integración de disciplinas. También, y esta característica es única de aquel momento, empezaron a proliferar las parejas de creadores que no sólo compartían la ideología sino también la cama.

Fuese por el ambiente optimista, el aire cargado de la electricidad de las promesas o la puesta en práctica de la revolución sexual como complementaria a la política, las parejas de artistas de vanguardia en la época de los sóviets fueron más abundantes y fecundas que en ningún otro tiempo. Lo demuestra la exposición Liebe in Zeiten der Revolution - Künstlerpaare der russischen Avantgarde (El amor en los tiempos de la revolución - Parejas de artistas de las vanguardias rusas), una sugestiva propuesta que se celebra, hasta el 31 de enero de 2016, en el museo Kunstforum del Banco Nacional de Austria en Viena.

La muestra permite ver desde una "nueva perspectiva", la del trabajo en pareja, a una época suficientemente estudiada, la fértil demarcación temporal que se inició con los preparativos revolucionarios que dieron lugar al triunfo revolucionario de 1917, cuyos logros artísticos aún asombran por radicalismo y valentía creativa, y fue cortada de cuajo por el estalinismo a partir de los años treinta, cuando el entusiasmo y la libertad acabaron en tragedia —depuraciones, censura, ostracismo o condenas a los gulag de internamiento y muerte...— y el control sin fisuras del Estado comunista, que limitó el arte al género del realismo socialista.

Los organizadores, que presentan más de dos centenares de obras entre dibujos, pinturas, grabados, ilustraciones y fotografías, sustentan la tesis de que "la igualdad de la condición de la producción y las formas de vida de los hombres y las mujeres" que preconizaba el marxismo-leninismo derivó en un rechazo a la imagen de la "genialidad artística solitaria" y conectó el arte y la vida, tanto la pública como la privada. Fue la primera vez en la historia, añaden, en que la "ideología de género cristalizó socialmente".

Para demostrarlo exponen cinco casos de parejas de notables artistas: Natalia Goncharova (1881–1962) y Mijaíl Lariónov (1881–1964); Varvara Stepánova (1894–1958) y Aleksandr Ródchenko (1891–1956); Liubov Popova (1889–1924) y Alexander Vesnin (1883–1959); Olga Rózanova (1886–1918) y Aleksei Kruchenykh (1886–1968), y Valentina Kulagina (1902–1987) y Gustav Klutsis (1895–1938).

Los diez integrantes de las parejas, ya fuese temporal o permanentemente, colaboraban en la práctica artística, compartían espacios creativos, círculos de amistades y "eran, a la vez, amantes", es decir, "aliados para una causa común", dicen en el museo, donde citan como ejemplo paradigmático las performances diseñadas en común por la más famosa de las parejas, Stepánova y Rodchenko, líderes del constructivismo. "Trabajaban hombro con hombro, se inspiraban de forma mutua, eran un equipo creativo en todos los sentidos".

La decena de artistas que componen el recorrido de la muestra permiten replantear las ideas sobre la simbiosis creativa y el intercambio natural de influencias. Entre las obras que se muestran hay trabajos del rayonismo que desarrollaron Goncharova y Lariónov, diseños textiles de Stepánova basados en montajes constructivistas de Rodchenko y el emotivo homenaje póstumo de Vesnin a Popova, que murió prematuramente a los 33 años de la fiebre escarlatina que le contagió uno de los hijos de la pareja.