Historias para emprender: cómo superar la crisis vendiendo barritas de frutos secos

  • En EE UU, una familia de origen chileno superó la crisis gracias a las barritas de frutos secos que la mujer preparaba en casa a su esposo.
  • Las barritas tuvieron éxito entre sus compañeros de trabajo y de ahí dieron el paso para fabricarlas y venderlas.
  • Ahora se comercializan con éxito bajo la marca “Lola Granola”.
  • A lo largo de este año la producción puede superar el millón de unidades.
Se elaboran sin gluten, ni azúcar añadido ni aceites hidrogenados.
Se elaboran sin gluten, ni azúcar añadido ni aceites hidrogenados.
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Se elaboran sin gluten, ni azúcar añadido ni aceites hidrogenados.

Una familia de origen chileno superó la crisis económica en la que se vieron en 2011 gracias a unas barritas de frutos secos que la mujer preparaba en casa a su esposo para que comiese sano y que ahora se comercializan con éxito bajo la marca “Lola Granola”.

El tesón de Mary Molina y su marido Hernán, que se vieron a principios de 2011 con las manos vacías, sin trabajo y con cuatro hijos pequeños a los que alimentar, hizo que en tan sólo cuatro años después logren el éxito empresarial. “No teníamos dinero para comprar papel del baño. Estábamos en serios problemas y necesitábamos ayuda“, confiesa Mary Molina. “Fuimos al departamento de servicios sociales y nos denegaron la ayuda porque no pudieron verificar nuestro historial de empleo o desempleo”, agrega.

La situación para esta familia, afincada en Nueva York, no siempre había sido tan crítica. Durante una década, los Molina habían estado al frente de una pequeña tienda de telefonía móvil en Somers, pero el negocio naufragó y tuvieron que echar el cierre. La pareja se apresuró a buscar trabajo en multitud de compañías, pero lo único que recibieron fueron negativas. Desbordados, los Molina recurrieron a los bancos de alimentos para poner un plato de comida caliente en la mesa. “No quería contarle a nadie lo que me estaba pasando. No quería que la gente supiera que nadie quería contratarme y no entendía por qué nadie quería hacerlo”, reconoce Mary Molina.

Un día el teléfono sonó y el marido recibió una oferta laboral de media jornada en una tienda de coleccionistas de monedas. Fue el pequeño empujón económico que necesitaban para mantenerse a flote aunque en detrimento de la salud. “Para ahorrar el poco dinero que mi marido estaba ganando, comenzó a alimentarse a base de menús económicos, como una hamburguesa de un dólar o pollo frito”, explica la mujer. “Pero no se sentía bien y me pidió que le preparara comida sana”, añade.

Así, con el fin de brindarle un “momento de felicidad” a su marido en una época tumultuosa, la chilena se metió en la cocina y le preparó una barrita horneada elaborada con miel, nueces, semillas, frutas deshidratadas y avena. Esa noche cambiaría para siempre la vida y el destino de esta familia que, sin saberlo, acababa de colocar el primer cimiento de la marca “Lola Granola”, cuyo nombre honra a la hija más pequeña del matrimonio.

La barrita casera no tardó en popularizarse entre los compañeros de trabajo de Hernán Molina, y éste enseguida le pidió a su mujer que preparara más con la idea de venderlas. “El mayor obstáculo que me encontré en ese momento fue ver si podría certificar mi cocina”, explica la madre. Semanas después, el Departamento de Agricultura autorizó la petición para que esta madre empezara a cocinar y vender su producto.

El negocio sigue creciendo

Lola Granola se convirtió así en la semilla de donde germinaron cuatro barritas más, cada una con un sabor diferente y con el nombre de sus otros tres hijos y sobrino. La “Enzo“, realizada con almendras y anacardos; la “Ellie“, con anacardos y dátiles; la “Ruby“, con arándanos rojos y la “Nathan” con almendras y arándanos azules.

Antes de comercializarlas, Mary preparaba en la cocina de su casa treinta barritas cada semana, pero meses después del nacimiento de la marca “Lola Granola”, la producción se trasladó a una cocina certificada y de mayor tamaño situada en Syracuse para dar salida a la demanda que se estaba generando. Según la empresa, se estima que a lo largo de este año la producción puede superar el millón de unidades.

De cara al futuro, parece que el negocio no va a dejar de crecer; y es que, a esta gama de cinco productos caseros elaborados sin gluten, ni azúcar añadido ni aceites hidrogenados, pronto se sumarán dos barritas más con nuevos sabores e ingredientes. “He conocido a tanta gente y consumidores de granola que me dicen que se sienten inspirados y que ellos también han estado en la misma situación que mi marido y yo”, asegura la empresaria.

Para los Molina, la clave de su éxito fue que lograron dejar a un lado el sentimiento de vergüenza y pidieron ayuda en un momento de gran vulnerabilidad. Su sorpresa fue que sus amigos, vecinos y desconocidos estaban listos para brindarles la ayuda que necesitaban. “No queríamos contarle nada a nuestra comunidad”, pero la comunidad los ayudó bastante, cuenta Hernán Molina.

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