¿Es posible vivir en un no-país? O sea, ¿es posible no vivir en alguno de los países que ya existen? El sueño de todo anarquista de habitar fuera del marco de los Estados que existen sobre el planeta es posible. Se trata de colonizar un territorio que no pertenezca a nadie. Y ese territorio está en el mar.

De acuerdo con la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, los Estados hoy constituidos pueden reclamar su potestad sobre la Zona Económica Exclusiva de 200 millas náuticas (370 km). Pero más allá, no. En alta mar ya no se está sujeto a las leyes de nación soberana alguna que no sea la bandera bajo la cual un barco navega.

En esta idea se inspira el seasteading (colonización del mar), que propone construir viviendas permanentes en el mar, fuera de los territorios reclamados por los gobiernos. La mayoría de seasteads propuestos son buques crucero modificados, plataformas marinas readaptadas e islas flotantes. Pero desde 2008 existe un proyecto para levantar una auténtica isla con auténticas viviendas; una nueva ciudad-Estado.

El Seasteading Institute es una organización formada para impulsar el establecimiento de comunidades autónomas flotantes sobre plataformas marítimas operando en aguas internacionales, que ya en su fundación tuvo el apoyo de Peter Thiel, fundador de PayPal, que invirtió 500.000 dólares. La novedad está en que la sociedad anuncia una fecha concreta para ver sus ideas hechas realidad: su isla-ciudad independiente podría existir en 2020.

Los impulsores calculan que la ciudad flotante podría costar unos 167 millones de dólares –casi 150 millones de euros–, cantidad que esperan conseguir mediante micromecenazgo (crowdfunding). Se trataría de una ciudad con total autonomía, donde existirían viviendas, hoteles y oficinas. Se desconoce en qué mar se edificaría la isla de viviendas, pero se especula con algún lugar del Caribe.

En el dossier con los posibles diseños que muestra el Seasteading Institute se incluyen una serie de módulos con forma cuadrada o pentagonal, que se construirían con hormigón armado y que tienen unas dimensiones de 50 metros de lado. La isla comprendería once de estos módulos de tres plantas y podría acoger a unos 300 habitantes. Calculan que cada módulo costaría 15 millones de dólares.