En Internet dicen que estudió usted en La Salle...

(Risas) Sí, me educaron unos frailes.

¿Ha marcado eso mucho su vida?

(Risas) Mucho. Era un colegio donde sólo admitían a chicos. Yo, y la hija de un profesor, fuimos las dos primeras alumnas.

Entonces, aprendió desde muy joven a relacionarse con el sexo opuesto.

Sí, de hecho creo que sé relacionarme mejor con los chicos que con las chicas.

¿Por qué lo dice?

Amigos tengo muchísimos y amigas, menos. Pero ahora no vayas a pensar que soy una marimacho...

No lo pienso, pero usted se empeña. Además de lo que me ha contado, le encantan los billares y es forofa de la Real Sociedad.

(Risas) Sí, no puedo negarlo, sobre todo lo de los billares.

¿Cuándo decidió dedicarse a la interpretación?

Lo decidí a los 16 años y desde entonces estoy en ello.

También participó en un concurso de belleza y fue Miss Sonrisa en San Sebastián...

¡Ya ves! Fue muy gracioso. Estábamos en la playa y oímos que había un concurso. Me apunté y gané.

En el historial amoroso de su personaje figuran muchos...

Ruth necesitaba cariño, y en Lorenzo encontró cariño, en Lucas la pasión y lo de Povedilla fue sólo un sueño que tuvo él.

¿Es muy duro trabajar con un actor como Juan Diego?

¡Cómo va a ser duro!, es un auténtico placer. Él aconseja y enseña. Es un verdadero maestro.

Es una amante de la cultura japonesa.

Sí, los japoneses me parecen muy nobles y su cultura es apasionante. Además, mi primo está casado con una japonesa, mi hermano trabaja mucho allí...

Y usted tiene tatuajes japoneses...

Tengo uno en el tobillo.