Katy Grannan muestra la miseria larvada en la zona agrícola más rica de los Estados Unidos

  • La reportera muestra el lado amargo del Valle Central de California, la 'huerta de los EE UU' que cada año produce 25.000 millones de dólares en frutas y hortalizas.
  • El desempleo en algunas ciudades de la zona, donde viven casi siete millones de personas, es del 30%, tres veces más que la media del estado.
  • Grannan retrata una 'danza macabra' de ciudadanos anónimos consumidos por la metanfetamina en una región señalada como base para las 'cocinas' de 'cristal'.
Una habitante de Modesto (California), retratada por Katy Grannan
Una habitante de Modesto (California), retratada por Katy Grannan
© Katy Grannan, courtesy Fraenkel Gallery, San Francisco and Salon 94, New York
Una habitante de Modesto (California), retratada por Katy Grannan

Cada año el Central Valley de California comercializa verduras, frutas y hortalizas por valor de unos 25.000 millones de dólares. Casi todas las cosechas de productos hortícolas no tropicales que comen los EE UU proceden del área, fuente primaria de tomates, uvas, algodón, melocotones y espárragos. En almendras las cuentas son todavía más notables: 6.000 productores y 272 millones de kilos al año de cosecha, el 70% del mundo. El mazapán español y las almendras tostadas de los platos típicos de la India o China son, al menos en gran parte, made in California.

La zona, que podría ser una tierra de promisión con recursos agrícolas suficientes para que los 6,8 millones de residentes vivan con dignidad y la igualdad social sea un ideal aplicable, es pequeña en extensión —720 kilómetros de largo y 100 en el punto más ancho—. De la huerta de los EE UU, como es llamada, sale el 8% de la producción agrícola del país y tiene el 6% de los labradíos irrigados cuando en superficie no alcanza ni el uno por cien del área total de la nación.

Los cuatro condados agrícolas más ricos

Después de todo, los cuatro condados agrícolas más ricos de los EE UU —Fresno, Tulare, Kern y Merced— están en esta franja de terreno donde el sol brilla como media 300 días al año, los inviernos son lo suficientemente fríos pero no en extremo para que las cosechas emerjan con fuerza en primavera y el agua procede de la pureza inagotable de Sierra Nevada, el sistema montañoso del que bajan los acuíferos que dan de beber al valle.

La fotógrafa Katy Grannan (1969) muestra por primera vez en Europa —en el Museo FOAM de fotografía de Ámsterdam hasta el 23 de agosto— una realidad larvada de uno de los lugares más ricos del país que sigue siendo el más pudiente del mundo en ingresos nominales por cabeza. La exposición The Nine and The Ninety Nine (El Nueve y la Noventa y Nueve), en referencia a la carretera que sirve de arteria principal del valle, la California State Route 99, la vía que atraviesa verticalmente el valle con cuatro carriles en cada sentido y vertebra el lugar del que "come todo el mundo", como afirma con exactitud un informe de The New York Times, y a un barrio, El Nueve, especialmente deprimido de la ciudad de Modesto.

Pesticidas, violencia...

Grannan se topó con el reverso de las estadísticas y retrató y filmó —el documental The Nine está en fase de postproducción, ya tiene trailer y se estrenará en 2016— una "danza macabra" de personas perdidas, solitarias, consumidas por la metanfetamina —la región es señalada por las agencias antidroga como base de gran número de laboratorios clandestinos donde se cocina cristal—, bidonvilles en los cauces resecos por el regadío intensivo o contaminados por los pesticidas, una creciente atmósfera de violencia y una tasa de desempleo que llega al 30%en algunas ciudades cuando la media de California es del diez.

La fotógrafa decidió hacer los retratos de La Noventa y Nueve en color pero bajo la luz de un blanco cegador de la zona, enfrentando los modelos a paredes desvestidas de símbolos diferenciales, como si se tratase de seres perdidos en un mundo de hielo candente. Ya había perfeccionado el estilo en su trabajo previo, Boulevard, una serie sobre encuentros casuales con personas descolocadas en las calles de los barrios más prósperos de Los Ángeles y San Francisco mientras Grannan buscaba a un amigo desaparecido.

Humanos 'desfranquiciados'

Las fotos, que, según dice Grannan, están inspiradas en las de que hizo Dorothea Lange en el mismo lugar durante los años de hambre y amargura de la Gran Depresión, son el reverso amargo de la huerta de los EE UU, repleta de almendras pero poblada por humanos, añade la fotógrafa, "desfranquiciados". No hay traducción para el exacto y expresivo adjetivo inglés disenfranchised. Marginado o desfavorecido podrían acercarse en sentido, pero ninguno incluye el matiz primordial: materia sobrante del mejor de los mundos posibles, escoria humana con fecha de caducidad.

Buena parte de los escenarios de los retratos son la cuenca pervertida del río Tuolumne, que, sobre todo en los alrededores de Modesto, es apenas un basural de aguas fecales y casuchas construidas con sobras de chapas y maderos. La escritora estadounidense Joan Didion, que también escribió sobre este lugar, que bien podría pertenecer al submundo miserable de los países más pobres del planeta, dijo que se trata del "rastro de una intención fuera de control", un paisaje "muy distinto al que cualquier turista espera encontrar en California".

'Privados de derechos e invisibilizados'

Los retratados son "individuos privados de sus derechos e invisibilizado por sus circunstancias", dicen desde el museo holandés. En el barrioThe Nine (El Nueve), situado al sur de la 9ª Calle de Modesto, la brava fotoperiodista se introdujo, esta vez con retratos más panorámicos y en blanco y negro, en "una especie de purgatorio donde nada parece moverse salvo el sol". Con paciencia, regresando al lugar durante varios años, consumó una mirada privilegiada a "una comunidad marginada e ignorada".

La película The Nine, que inició tras hacer las primeras fotos en el barrio, será "cruda, poética, directa y desconcertante", el retrato de un andurrial donde todos los habitantes "están atrapados en un lugar gobernado por un ciclo interminable de deseo y desesperación", el caos "se convierte en normal y la libertad es una ilusión". Es, en palabras de la directora, "una ventana a un mundo olvidado" y un "espejo distorsionado" de una parte "inquietante de los EE UU que muchos prefieren ignorar".

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