Los cuidadores que se hacen cargo de los mayores dependientes en España son ya mayoritariamente inmigrantes. Un estudio presentado el pasado fin de semana en el congreso de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) los cifra en 200.000, el 90% del total de los profesionales encargados de cuidar a los ancianos.

La dificultad para encontrar asistencia en el sector público la suplen ciudadanos extranjeros con "la dedicación horaria, el uso del idioma, la disponibilidad y el cariño", según el informe.

El organizador del congreso de la SEGG, Enrique Campos, destaca que los servicios públicos en algunas comunidades sufren un "gran déficit" y soportan una "gran deuda" de la Administración, que no apuesta por ofrecer a sus mayores cuidados públicos de calidad para que pasen el final de su vida.

Para profesionales como Laura Gómez, de la Asociación de Servicio Integral Sectorial para Ancianos (Asispa), lo primero antes de plantearse el ingreso del dependiente en una residencia es "evaluar las posibilidades de que alguien cercano lo atienda", pedir teleasistencia e informarse de dónde está el centro de día más cercano.

Por su trabajo sabe que a veces los ancianos son reticentes a aceptar cuidadores extranjeros en sus hogares, pero "ante la presencia de cualquier persona que le haga la vida más fácil y un poco de compañía, casi nadie pone trabas". Con todo, lamenta que no haya "más opciones para garantiza una vida digna a los mayores".

Casi un millón de usuarios

Se calcula que en España hay unos 900.000 mayores de 65 años dependientes; es decir, que no pueden realizar tareas básicas como levantarse, asearse o comer.

En un 83% de los casos, sus cuidadores son mujeres. La Ley de Dependencia, aprobada el pasado noviembre, destinará en 2008 1.642 millones de euros con el fin de mejorar la asistencia a mayores y otros dependientes.

Profesionales de fuera para los más mayores

Emperatriz M. Cuida de Marina, de 94 años: "Sé que está contenta"

Aunque casi no hable por su sordera, Marina demuestra a Emperatriz tenerle cariño.

"Está a gusto, lo noto", afirma su cuidadora, peruana, que la atiende en A Coruña desde hace un año.

La lleva de paseo, le da de comer y la asea. La hija de la anciana coincide: "Es muy cariñosa y mi madre la quiere; por eso la contraté".