Arqueólogos del York Archaeological Trust hallaron un cerebro con 2.600 años de antigüedad en Heslington (York), al lado de una calavera. El cuerpo estaba boca abajo en un pozo.
Rachel Cubitt, responsable del estudio, explica que vio una cantidad de material esponjoso amarillo brillante. "No se parecía a nada que hubiera visto antes".
Junto a una compañera, quitaron la parte superior del cráneo para ver el cerebro en el que han estado trabajando 34 especialistas, que no entienden la extraña conservación del interior al estar expuestos a agua, oxígeno o temperaturas donde las bacterias pueden ser activas.
La investigación sugiere que la cabeza fue cortada muy rápidamente y el hombre enterrado inmediatamente en un hoyo en suelo rico en arcilla húmeda. "Como no había ninguna traza de oxígeno, y no hay movimiento, estaba protegido y preservado".
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