El nuevo ritmo de los documentales musicales

  • Dos premios Oscar en dos años consecutivos (2013 y 2014) a dos documentales musicales han dado visibilidad a un género casi olvidado.
  • En España, la cinta 'Paco de Lucía: La búsqueda' optará a un Goya.
  • El festival Beefeater In-Edit, especializado en cine documental con temática musical, da fe del buen momento que atraviesan estas producciones.
Kurt Cobain, en la foto promocional del documental 'Montage of heck'.
Kurt Cobain, en la foto promocional del documental 'Montage of heck'.
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Kurt Cobain, en la foto promocional del documental 'Montage of heck'.

Kurt Cobain exhibe una belleza metafísica, mancillada por una pelambrera violácea, en una de las fotos que protagonizan el programa del Festival Sundance.  A partir de este sábado, día 24, el documental Montage of heck sobre la vida del fallecido líder de Nirvana recorrerá las salas de Park City (EE UU). Un año antes, en el mismo escenario, el alma torturada Nick Cave era diseccionada a lo largo de 97 minutos en 20.000 days on earth, un viaje a la oscuridad del artista que se saldó con dos premios Sundance..

No son los únicos galardones que han llevado al cine documental musical —ignorado, durante mucho tiempo, por la industria cinematográfica— a protagonizar titulares.  En España, Paco de Lucía: La búsqueda optará a un Goya; en 2013,  la fragilidad doliente de la canción Sugar Man creció y se hizo puntiaguda a través de la vida de su autor, recreada en Searching for sugar man (Oscar al mejor documental) y en 2014, 20 feet from stardom, una cinta sobre cantantes de talento que se habían quedado A 20 pasos del estrellato, se alzaba con el mismo premio.

"El documental musical ha ganado visibilidad en los últimos años. Además, se ha dignificado", observa Cristian Pascual, director del Beefeater-In-Edit, festival especializado en el género que desde que nació hace doce años en Barcelona se ha extendido a Madrid, Bilbao, Pamplona, Sao Paulo, Santiago de Chile o Atenas.

En su última edición española, el Beefeater In-Edit reunió a más de 33.000 personas en torno a proyecciones como la premiada American Interior (el viaje a ritmo de pop por la América profunda que emprende Gruff Rhys, componente del grupo Super Furry Animals, para buscar a un ancestro) o la también favorita Un lloc on caure mort, que acompaña al cantante del grupo punk catalán Autodestrucció por una dicotomía entre música y familia, farlopa y gintonics, tradiciones y revolución.

"Se trata de piezas pequeñas y maravillosas que no siempre necesitan de un nombre propio llamativo para brillar. Aquí importa el guion, la mirada y una intención cinematográfica", explica Cristian Pascual, que distingue entre aquellos proyectos que buscan únicamente la promoción del artista —una práctica muy frecuente en la actualidad— y aquellos que ofrecen una buena historia musical. Y que, incluso, se permiten jugar con la ficción: "No basta con seguir a un cantante cámara en mano. La realidad puede ser ficcionada si está justificado. El documental ha evolucionado y los límites que separan la imaginación de la documentación son cada vez más difusos", explica el experto.

Pascual también aventura las razones por las que los espectadores parecen sentir cada vez más interés por el género: "Internet ha cambiado los hábitos de consumo musicales. Ya no se escucha solo una canción, sino que uno quiere saber quién es ese artista, documentarse sobre él y seguirle en las redes sociales. El documental funciona muy bien como complemento y llega al backstage y a la intimidad del artista, donde normalmente no llegan otros instrumentos", concluye.

Un regalo para el fenómeno fan

Las ventajas del documental musical no han pasado por alto a los departamentos de marketing de los artistas más populares y relacionados con el fenómeno fan. One Direction lanzó película en 2013 (This is us) y grabó un documental en 2014 (Where We Are: The Concert Film). Ya en 2011 Justin Bieber protagonizó Never say never, una pieza que seguía al cantante canadiense por su tour mundial My World Tour.

Cinco documentales musicales que no hay que perderse:

Pese a la buena etapa que atraviesa actualmente el documental musical, son muchos los expertos que miran al pasado para escoger sus favoritos, entre ellos los miembros de la organización del Beefeter Edit-In Festival. Estos señalan a Don't look back, la película con la que D. A. Pennebaker documentó en 1965 la gira británica de Bob Dylan, como uno de los mejores documentales musicales de la historia.

En la lista también figuran otras cintas como Let's get lost, de Bruce Weber (1988), que recorre diferentes episodios de la turbulenta vida de Chet Baker o The Devil and Daniel Johnston, que en 2005 daba conocer al mundo entero a este artista de culto complejo y peculiar, a medio camino entre el arte y la locura. Gimme shelter (1970), sobre los Rolling Stones, y Stop making sense (1984), con Talking Heads, cierran el Top 5.

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