El estado de nuestros mares

Un ejemplar de tortuga boba nadando
Un ejemplar de tortuga boba nadando
JUAN CUETOS/ OCEANA
Un ejemplar de tortuga boba nadando

Sumergirse en los procelosos mares españoles entraña la singularidad de hacerlo, precisamente, en las aguas del segundo país con mayor superficie marina de la Unión Europea. Nuestros mares, que rozan el millón de kilómetros cuadrados de extensión y recorren 8.000 km de costa, albergan una rica diversidad biológica que dista mucho de la de otros estados vecinos. El devenir histórico, marcado por diferentes fenómenos oceanográficos, biológicos y geológicos acontecidos hace millones de años, se ha sumado a la multiplicidad de hábitats costeros de nuestro país -playas, rías, marismas, ínsulas…- para cincelar el excelente medio marino que hoy poseemos, uno de los más ricos del mundo en lo que a diversidad biológica se refiere.

En las regiones biogeográficas españolas -Macronésica, Atlántica y Mediterránea- se pueden hallar importantes hábitats marinos, como praderas de posidonia -de gran relevancia ecológica-, arrecifes de coral, estructuras submarinas causadas por la emisión de gases o especies como la tortuga boba (en la imagen) o la pardela balear, única ave marina endémica de nuestro país. Asimismo, el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial de nuestro país acoge un total de 155 especies marinas protegidas, entre las que se cuentan mamíferos, tortugas y aves, peces, invertebrados y flora. Entre ellas se hallan algunas consideradas como vulnerables -susceptibles de pasar a estar en peligro de extinción en un futuro medio- como la orca, el delfín mular o la marsopa común, y otras en peligro de extinción, como la piña de mar, la ballena vasca o el esturión.

Pero los peligros que desafían nuestros piélagos no se limitan tan solo a la eventual desaparición o conservación de las especies más expuestas. La contaminación es una de las principales amenazas que asuelan nuestras aguas. Procede, en parte, de los vertidos de residuos urbanos o industriales que se realizan en ríos y mares; de las fugas ocasionadas en perforaciones de pozos submarinos, o las que tienen lugar durante la carga y descarga de crudo; pero, sobre todo, del vertido silencioso de residuos de hidrocarburos resultante del lavado de tanques petroleros o el vertido de aguas de sentinas de barcos.

El informe Vertido de hidrocarburos desde buques a los mares y océanos de Europa, elaborado por la organización internacional Oceana, revela que "en España el tráfico de hidrocarburos pesados [crudo, fuel…] puede generar más de 3,5 millones de toneladas de residuos; solo de lodos y restos del transporte de petróleo, podrían superar las 250.000 toneladas. (...) La contaminación crónica de los océanos tiene órdenes de magnitudes muy superiores a los que puedan darse puntualmente por accidentes", prosigue; lo que significa que los vertidos rutinarios de hidrocarburos en mares y océanos resultan hasta tres veces más letales que las grandes catástrofes  que devienen en mareas negras.

El 55% de la basura en el mar corresponde a plásticos

Por su parte, las basuras son otra fuente importante de polución marina. El Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas cifra en 6,4 millones las toneladas de basura que se vierten anualmente en mares y océanos de todo el mundo, siendo los plásticos -bolsas y botellas en su mayoría- el residuo principal hallado en gigantescas islas flotantes de residuos.

En España, en 2013 pudimos saber que, según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, el 55% de la basura marina encontrada ese año en 26 playas analizadas de las costas españolas correspondía a plásticos, si bien este dato asciende hasta el 71% en el caso de la demarcación marina sudatlántica (Huelva y suroeste de Cádiz).

Sin embargo, esta es tan solo la punta del iceberg. El estudio Basuras en el mar, de Greenpeace, calcula que "solo el 15% del total de la basura en el mar llega a las playas. (...) Un 70% acaba en el fondo marino y otro 15% se mantiene en la columna de agua".

Lejos de ser este un problema que amenace tan solo al hábitat marino o la salud humana, tiene también un importante impacto económico en lo que a la contaminación de espacios turísticos se refiere y al sustancial desembolso económico que suponen las consiguientes tareas de limpieza.

La búsqueda de gas, petróleo y recursos minerales es otra actividad que amenaza nuestros fondos marinos. Según WWF, los proyectos de explotación o exploración en España cubren, al menos, el 12% de nuestra superficie marina: "Desde el golfo de León, hasta el Estrecho, sin olvidar las Islas Canarias y el Cantábrico". Con el correspondiente peligro que comportan estas prospecciones para la biodiversidad.

Las especies invasoras contribuyen a la desaparición de biodiversidad

Asimismo, la proliferación de especies invasoras que asuela las aguas está considerada, tras la destrucción de hábitats, el segundo motivo de desaparición de biodiversidad.

La ubicación de España, lugar de tránsito de cargueros y petroleros que se dirigen de Oriente Próximo a Europa, hace que nuestras demarcaciones marinas sean víctimas de aguas de lastre, que acarrean especies foráneas que ponen en grave peligro el ecosistema ibérico. Un grupo de investigadores de España, Italia, Grecia, Turquía y Francia listaron, en 2012, hasta 955 especies invasoras presentes en el Mediterráneo, la mayoría en la zona Este (718), seguida de la zona Oeste (328); algunas de ellas se encuentran en ambas zonas.

Día a día el mar tiene que sobreponerse a estas dificultades. Y los ciudadanos parecemos ser ajenos a estos problemas de enorme magnitud ante los que, parece, poco o nada podemos hacer. Pero nada más lejos de la realidad; cada pequeña gota cuenta.

La labor del público pasa "por formarse e informarse", asegura a el mensual de 20minutos Ignacio Torres, subdirector de la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente: "Hay medidas muy lógicas, como mantener las playas limpias, no tirar basuras al mar ni a los ríos, ni limpiar las embarcaciones en lugares que no estén previstos para ello". Explica que "la conservación de los hábitats, además de los beneficios sobre el propio ecosistema, beneficia a la población; por ejemplo, incrementando los valores estéticos y recreativos, lo que conlleva un aumento de las actividades económicas locales, como el turismo".

Así que, a nivel individual, también se hace imprescindible "cumplir las recomendaciones para las distintas actividades, como la pesca de recreo o profesional, el buceo, las extracciones de recursos marinos, el transporte marítimo e incluso la investigación", continúa. "No fondear en zonas protegidas, evitar los impactos a las colonias de cría de las especies de aves marinas que anidan en zonas costeras, o consumir siempre productos del mar extraídos legalmente". Para todo ello, reconoce, "se requiere una adecuada señalización e información al público".

Así que no todo está en manos de las administraciones públicas. Hay algo, por pequeño e insignificante que parezca, que cada quien puede hacer.

En peligro de extinción

La tortuga boba es la más representativa de cuantas tortugas marinas están presentes en el Mediterráneo. En nuestro país frecuenta el mar de Alborán y Baleares, donde para a comer durante los movimientos migratorios que la conducen al Adriático a desovar. Desafortunadamente,  numerosos ejemplares mueren ahogados en nuestras aguas víctimas de la pesca con redes de trasmallo, por lo que España tiene un papel decisivo en la pervivencia de esta especie.

La pesca tradicional y el cumplimiento de la normativa que regula la longitud de las redes de pesca y su tiempo de permanencia máximo en el agua haría descender la amenaza que se cierne sobre esta especie catalogada en peligro de extinción por la Directiva de Hábitats, el Convenio de Barcelona y el Convenio de Especies Migratorias.

Especies 'muy especiales'

El proyecto LIFE+ Indemares, la investigación marina más ambiciosa desarrollada en España, ha tenido como propósito identificar y designar lugares de alto valor ecológico en las demarcaciones marinas de nuestro país. Para ello, se han estudiado especies de fauna y flora marina que hoy sabemos que constituyen un verdadero tesoro.

Entre ellas, la lapa ferruguínea, en peligro de extinción; el coral naranja, especie vulnerable exclusiva del Mediterráneo occidental y de la costa atlántica del Estrecho (investigados ambos por Ángel Luque, de la UAM); o el coral rojo, la laminaria o la Lithothamnion coralloide (por Serge Gofas, UMA). También, otras como las que se citan a continuación:

  • Eunicella cavolinii: Esta gorgonia se halla a 80 m de profundidad, formando praderas densas en la zona media de la plataforma continental, de donde es especialmente representativa en las zonas mayor diversidad. Las del Cap de Creus aún están en estudio, pero probablemente se trate de una nueva especie. Investigador: Josep Maria Gili, ICM, CSIC.
  • Asconema setubalende o esponja copa: Es una esponja de gran tamaño (hasta 50 cm de diámetro). Pertenece al grupo de las esponjas de cristal y es especialmente relevante para los peces elasmobranquios, puesto que da albergue a sus huevos.  Se encuentra en la Macaronesia. Investigador: Pablo Martín Sosa, Instituto Español de Oceanografía.
  • Desmacidon fruticosum: Una de las poblaciones mejor conservada de esta esponja  se encuentra en el Cap de Creus, en la demarcación marina Levantino-Balear. Habita zonas rocosas del final de la plataforma continental. Era más abundante antes de que se extendiera la pesca de arrastre. Investigador: Josep Maria Gili, ICM CSIC.
  • Lucinoma asapheus: Especie endémica de los Volcanes de Fango (Golfo de Cádiz). Descubierta hace dos años, las únicas dos poblaciones de este bivalvo quimiosintético se hallan en los volcanes Mercator y Anastasya, en la demarcación Sudatlántica. Investigador: Víctor Díaz del Río, Instituto Español de Oceanografía.
  • Madrepora oculata: Una de las especies de coral de agua fría del Mediterráneo que mejor se conserva y se conoce. Habita a 200 m de profundidad en el cañón de Cap de Creus. En los arrecifes en los que crece se han podido percibir poblaciones densas de zooplancton o krill. Investigador: Josep Maria Gili, ICM CSIC.
  • Siboglinum spp: Las únicas poblaciones del mundo de esta especie de poliquetos frenulados habitan en los sedimentos cargados de gas de los Volcanes de Fango del Golfo de Cádiz. Están emparentados con los antes conocidos como pogonóforos de las fuentes hidrotermales de las dorsales oceánicas. Investigador: Víctor Díaz del Río, I. E. de Oceanografía.
  • Solemya elarraichensis: Bivalvo primitivo quimiosintético. Posee en su interior bacterias endosimionantes que aprovechan los gases (metano y sulfídrico) que se liberan en las cimas de los volcanes de fango y los transforman. La especie fue descubierta hace dos años y habita en el Golfo de Cádiz. Investigador: Víctor Díaz del Río, I.E. de Oceanografía.
  • Solenosmilia variabilis: Coral de aguas frías. Especie bioconstructora muy importante en el desarrollo de hábitats de otros organismos marinos. Distribuida en los océanos Indo-Pacífico y Atlántico, se encontró viva por primera vez en Canarias en las investigaciones del proyecto Indemares. Investigador: Pablo Martín Sosa, I.E. de Oceanografía.
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