¿Qué importancia tiene para España un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU?

Vista general de la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU.
Vista general de la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU.
EFE
Vista general de la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU.

España llevaba trabajando con intensidad, desde hace varios años, en los círculos diplomáticos internacionales para lograr un puesto rotario en el Consejo de Seguridad de la ONU, un asiento del que no disfrutaba desde hace diez años y por el que competía con Nueva Zelanda y Turquía, dos serios rivales que partían con más posibilidades de lograrlo, según las quinielas de los especialistas. Finalmente, España ganó frente a Turquía la última votación, antes lo logró Nueva Zelanda, para formar parte del Consejo de Seguridad de la ONU en el periodo 2015-2016.

Ahora, España tendrá poder de decisión, aunque no de veto, en uno de los organismos multipolares de mayor influencia en la gobernanza internacional. El ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, que lleva varios meses promocionando la candidatura, ha reconocido en varias ocasiones que se trata de una "pelea cerrada y difícil". Así ha sido el proceso y lo que implica.

¿Qué es el Consejo de Seguridad?

Es el organismo de la ONU que se encarga de velar por la paz y la seguridad mundiales. Está compuesto de 15 miembros, cinco permanentes y con derecho a veto, y otros diez que van rotando y que carecen de la potestad del veto. Hay sesenta estados que nunca han tenido asiento en el Consejo. España ha ocupado plaza aproximadamente una vez por década desde que el país es miembro de la ONU, coincidiendo la última con la Guerra de Irak.

¿Qué importancia tiene para España?

"Estar en el Consejo es un objetivo de enorme importancia para la política exterior de cualquier país del mundo y representa una oportunidad de participar en el diseño de las decisiones internacionales", dice María Solanas Cardín, coordinadora de proyectos del Instituto Elcano. Una baza que el Gobierno no quiere desperdiciar en un momento en el que los focos están puestos en Siria, Estado Islámico o Gaza, sin olvidar conflictos locales, la crisis del ébola, etc.

¿Cómo se resuelve quién pertenece o no?

Para resultar elegido se requiere una mayoría de dos tercios de los miembros presentes en la votación de la Asamblea General, esto es, son necesarios al menos 129 votos favorables de entre los 193 Estados miembros, en el caso de que todos los países participen en la votación. El embajador ante la ONU de cada país miembro introduce en la urna un solo sobre con sus dos votos (que son secretos, por lo que nada de lo prometido en las negociaciones es seguro). Si ninguno o solo uno de los contendientes obtiene la mayoría requerida de dos tercios, se pasa a una segunda ronda y sucesivas, hasta que los dos puestos vacantes sean ocupados por dos Estados con la mayoría necesaria.

¿Cómo se reparten los apoyos para esta elección?

Según adelantaban analistas y expertos, casi todas las papeletas eran para Nueva Zelanda, como así fue. España se la jugó entre los países del Africa subsahariana, el Caribe y las islas del Pacífico, que es donde más ha centrado su campaña. Turquía, que se ha convertido en el cuarto donante internacional en ayuda humanitaria, comió terreno a España en el Africa subsahariana. No obstante, algunos diplomáticos apuntaban a que la agenda propia que Turquía tiene precisamente en zonas como África también podría restarle apoyos.

¿Cómo ha jugado sus bazas España durante estos meses?

Cuenta de lo importante que es para España un asiento fijo en la ONU, el Gobierno de Mariano Rajoy llevaba meses haciendo lobby en las instituciones internacionales para recabar los máximos apoyos posibles para la causa. Aunque limitada por los recortes presupuestarios, la campaña española ha permitido pagar un viaje a España a un centenar de representantes permanentes ante la ONU en Nueva York, donde asistieron a seminarios sobre temas multilaterales que interesan específicamente a sus países. Sin embargo, ha preferido adoptar un perfil bajo en los grandes conflictos internacionales, evitando decantarse por un bando u otro, e incidiendo en su voluntad de promover la paz a través del diálogo, la mediación y la prevención de conflictos, tal y como dijo el rey Felipe VI en su reciente intervención en la ONU.

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