El 11-M, el testigo Carlos Corrales Peña era jefe de la Comisaría General de la Policía Científica —hasta el 3 de junio de 2004—.

En cuanto supo de las explosiones, Corrales ordenó a una Brigada que acudiera a uno de los focos de la explosión.

La función de los funcionarios era recoger muestras, realizar inspecciones oculares, reconocer víctimas —a lo que ha aludido y ha dicho que no había suicidas—, etc. No obstante, en más de una ocasión "debíamos retirarnos porque los Tedax explotaban algún artefacto de manera controlada".

Explosivos coincidentes

Según el testigo, Tedax le informó de que de las muestras recogidas, "dos coincidían y una no": "Mis técnicos sólo me informan de los componentes de los explosivos, porque es a los Tedax a quien le corresponde saber qué tipo de explosivos son", asegura Corrales, quien matiza que "el Tedax tiene también su laboratorio" y que solicitó que no le enviaran más muestras sin identificar.

"Nadie me dijo a mí de que el explosivo fuera Titadine —explosivo utilizado habitualmente por ETA— con cordón detonante, quizás lo dijeron en otro lugar", asegura Corrales.

En torno a las 14 horas del 11-M, Corrales se fue al Ifema —tras el permiso del juez Del Olmo—, en donde recibió la información a las 17 horas de que se estaba registrando a fondo la furgoneta Kangoo —donde se encontraron huellas de un súbdito americano— hallada en Alcalá de Henares (Madrid).

Terroristas suicidas

El testigo asegura que han elaborado un manual en el que se especifica cómo actuar en grandes catástrofes.

Cuando el testigo estuvo mirando los cuerpos por la mañana junto al juez Del Olmo, y por los indicios de la Kangoo —detonadores—, Corrales le dijo a su gente que estuvieran muy atentos ante la presencia de algún terrorista suicida.

"En Leganés sí se encontraron restos en los cuerpos", asegura.

Sigue los juicios del 11-M en el especial de 20minutos.es