La crítica se deshace en elogios hacia el documental "AFR", pero su aceptación entre los expertos viene acompañada de una enorme polémica: la cinta cuenta la historia ficticia del asesinato del primer ministro danés a manos de su amante homosexual.
"AFR", iniciales del primer ministro Anders Fogh Rasmussen, es el nombre de la producción, que comienza con la muerte de Rasmussen, alcanzado por un obús de camino al Parlamento, lo que genera reacciones de personalidades de la política danesa e internacional, como Bush, el hasta hace poco secretario general de la ONU Kofi Annan y la que fuera ministra española de Asuntos Exteriores Ana Palacio.Los políticos daneses son protagonistas involuntarios del filme, ya que usa declaraciones suyas realizadas en otros contextos para elaborar una historia emparentada con otros documentales de reciente aparición como "Death of a President", sobre el hipotético asesinato del presidente de EEUU, George W. Bush.
Una historia hecha de retales manipulados
El principal sospechoso, un joven revolucionario de nombre Emil, interpretado por el propio Hartz Kaplers, es abatido por la policía días después.
A partir de los testimonios de personajes reales y ficticios, "AFR" reconstruye las historias de Rasmussen y Emil hasta que se encuentran, se enamoran y se separan, cuando aquél decide romper la relación secreta al aproximarse su elección como primer ministro.
La sombra de Fortuyn y Lindh
La caracterización de Rasmussen como homosexual es uno de los elementos más polémicos, al igual que las manipuladas declaraciones de la política ultranacionalista y aliada suya Pia Kjærsgaard: "Pero si era marica, todo el mundo lo sabía", exclama ella en el filme, aunque en realidad se refiere al asesinado líder holandés Pim Fortuyn. En este sentido, Kjærsgaard ha criticado el uso "repulsivo" de sus declaraciones y que se bromee con el asesinato de Rasmussen a la luz de lo ocurrido con Fortuyn y la ex ministra de Exteriores sueca Anna Lindh.
Para el director-actor, que hasta ahora sólo había realizado cinco cortos, la discusión es "provinciana" y la cuestión es en realidad si Dinamarca es un país tan libre como para aceptar un primer ministro homosexual.
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