Un testigo protegido, conocido del confidente policial Nayo —que avisó del tráfico de explosivos desde mina Conchita en 2001—, le sitúa en suramérica.
Este testigo puso a Nayo en contacto con el policía Santaella, de la Unidad de Terrorismo Islámico: "Nayo quería resolver el problema de la operación Pipol a cambio de datos (...), un juez dijo que eso era chantaje", asegura el testigo.
Aunque trabajó en la mina, el testigo asegura que "no tenía acceso a los explosivos". No obstante, en Asturias "siempre se ha dispuesto de explosivos como algo natural, como el que tiene dos escopetas o pieles de oso".
El testigo ha reconocido que Nayo le aseguró que había hablado con la policía avisando de los explosivos. "Yo puedo hablar con su familia y ponerles en contacto con Nayo", asegura el testigo.
Además, el testigo ha asegurado que Nayo acusaba al Dinamitas y al Gitanillo de habe rrobado los explosivos.
El juez le ha advertido al testigo que se recabarán datos y se investigará si ha incurrido en un posible delito de encubrimiento.
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