Pequeños matices
No es lo mismo, como dice la canción, estar casado que cansado, ni un camarero que un caramelo, y no hace falta decir que si confundimos una sola letra de la palabra cajones, el resultado puede ser desastroso. Pues bien, a estos alumnos americanos, alemanes y taiwaneses, ese tipo de fallos les ocurren en la vida y en el teatro. «Yo veo la televisión con un diccionario en las piernas», comenta una de las alumnas de Wisconsin. «Los españoles no te dicen: ¡hasta luego!, sino algo parecido a talogo, ¡como para entenderlo!», bromea la representante de Alemania en el grupo teatral.
El método divertido
No se trata de actuar bien porque la obra de teatro es sólo una excusa para que pierdan el miedo. «Al actuar y equivocarse muchas veces se les quita la vergüenza a cometer errores y se lanzan a hablar sin reparos», explica Cristina García, la profesora del grupo, que reconoce que llevan ya seis años con esta metodología de aprendizaje y práctica del español y, hasta ahora, les ha funcionado muy bien. «Hemos llegado a representar musicales y zarzuelas. ¿Te imaginas a los alumnos cantando en Agua, azucarillos y aguardiente?, pues lo hicimos», asegura.
Las experiencias de otros años han sido estupendas, ya que el público se vuelca porque reconoce el esfuerzo. Los chicos ensayan 4 ó 5 horas a la semana y aunque al principio no saben ni lo que dicen, después la obra toma cuerpo, acompañan con los gestos y hasta con la entonación adecuada de un correctísimo español.
La risa es inevitable, y ésa es la recompensa, tanto para el público como para ellos, los guiris que actúan en spanish. Si quieren verlo, recuerden, día 25, en la Sala Borja.
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