Un inspector en la Unidad Central de Explosivos acudió a Leganés instantes después de que se produjese la explosión.

Acompañado en todo momento por los bomberos, ante la posibilidad de que el edificio se derrumbase por la explosión, su grupo —de cuatro agentes— recuperaron una madeja de detonadores, varias memorias externas, libros en árabe, CDs —incluso algunos partidos— y sustancias explosivas.

"En lo último de lo último, debajo de una piedrecita, hallé algo que me pareció explosivo de color blancuzco, aunque podía estar manchado", recuerda el inspector, quien ha asegurado que intentaba permanecer el mayor tiempo posible.

No obstante, y "ante la existencia de miles de explosivos en el mundo", el testigo ha asegurado que es incapaz de reconocerlo a simple vista, sin analizarlo.

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