Pero además de cambiar la edad de los pacientes que acuden a Acali, otro de los elementos que ha variado en la última década es el perfil. Según la asociación, ahora el 70% de las personas en tratamiento presentan, junto con el alcohol, una adicción a otra sustancia (cocaína y hachís la mayoría de las veces).

Pocos se abstienen

Y como prueba de que la juventud actual se excede con el alcohol, la memoria de Acali recoge que sólo el 20% de los 2.150 jóvenes que participaron en el programa Movida Sin en 2006 dio negativo en los controles.

Este programa de prevención consistía en la realización de un test de alcoholemia a los jóvenes en el botellódromo de la Victoria. Los adolescentes que se abstuvieron de beber hasta el final de la noche (tras superar tres controles) consiguieron premios como vales para gasolina o entradas de cine.

En total, de los casi 4.000 cordobeses que en 2006 necesitaron ayuda médica por su adicción al alcohol, unos 289 eran personas que volvían a recaer.

Unos 2.300 ciudadanos solventaron sus problemas con la  ayuda de un psicólogo y 253 necesitaron tratamiento especializado en la clínica Miguel Castillejo que tiene la asociación. El resto se dividieron entre las terapias en grupo y el programa de deshabituación terapéutica que se lleva a cabo en la prisión provincial.

«No es por falta de alternativas»

Los responsables de Acali no piensan que el botellón sea la causa del consumo de alcohol. «No es que ahora se beba más, es que el concepto de alcoholismo como enfermedad está calando más en la juventud y acuden antes a tratarse», apuntan. Según el presidente de Acali, José Manuel López, el botellón no se produce por falta de alternativas de ocio, sino que «existe la costumbre de los jóvenes a reunirse en grupo». Sobre el aumento del consumo de otras drogas, indica que «influye el aumento del poder adquisitivo de los jóvenes».

Testimonio tras treinta años sin beber

José Manuel López. Presidente de acali

«prohibir algo lo potencia»

«Empecé a beber realmente joven, cuando tenía 14 años». «Desde pequeño me gustaba mucho el cante jondo y me apunté a una peña flamenca donde comencé a conocer gente y a beber». Allí, entre cante y cante, empezó una dependencia durante algunos años. «Hacía el tonto, era un poco violento y en algunas ocasiones perdía el control», asegura José Manuel. Su experiencia con el alcohol no ha llevado a prohibir beber a sus hijos. «Los jóvenes tienen que aprender a decir no, el consumo debe ser moderado», señala. «Al prohibir algo, lo llenas indirectamente de atractivo y lo potencias». José Manuel acudió hace 30 años a Acali, un gesto que cambió su vida. Acali está en avenida del Corregidor, s/n y en el  tel. 957 292 655.

BIO

Nació en Córdoba en el Alcázar Viejo, hace 54 años. Es funcionario de la Policía Nacional. Está casado y tiene tres hijos.