Era una de las relaciones más duraderas de Hollywood, una de las parejas más estables de la meca del cine a pesar de los rumores y contratiempos. Y, sin embargo, ha llegado a su fin: Antonio Banderas y Melanie Griffith han roto y se han anunciado su divorcio tras 18 años de matrimonio.

En un comunicado, la pareja indicó que la relación concluía "de forma consensuada" y tras una "atenta consideración" por parte de ambos, que han optado por separarse con "cariño y amistosamente" y "respetándose mutuamente" así como a su familia, amigos y honrando el tiempo que han pasado juntos.

Esta ruptura supone un nuevo punto de inflexión en la vida de Banderas y Griffith, quienes tendrán que afrontar por separado muchas nuevas situaciones, algunas cruciales como la relación con su hija, otras incómodas como el acoso de la prensa y algunas más banales pero no por ello menos molestas, como el futuro del famoso tatuaje que lleva la actriz en el brazo, cerca del hombro, en el que puede leerse el nombre de Antonio dentro de un corazón.

¿Qué hará ahora Melanie con la entintada prueba de su viejo amor por el actor español?, ¿la dejará como recuerdo de la antigua pasión que hubo entre los dos?, ¿permanecerá en su piel como prueba de la buena relación que en teoría aún mantiene con el padre de su hija Estela? ¿O, por el contrario, decidirá eliminarlo con láser, transformarlo o taparlo con otro tatuaje?

Su caso no es extraño, la pasión y los impulsos desatados por un nuevo amor llevan a muchos hombres y mujeres a realizarse tatuajes que, pasado el tiempo y acabada la relación, pierden todo su significado o incluso adquieren otro bastante negativo. No son pocos los famosos, también mortales de carne y hueso, que han caído en esa imprudencia y después han tenido que buscar una forma de arreglarlo.

Uno de los casos más conocidos es el del también actor Johnny Depp, quien decidió hacerse un tattoo en el brazo para demostrar su amor por Winona Ryder, con la que salió en los años noventa. En el tatuaje podía leerse "Winona forever". Cuando todo terminó, Depp decidió borrar parte del texto. Lo que se lee hoy es "Wino forever" ("borracho para siempre").

En la piel de Angelina Jolie también quedan restos de su vida antes de Brad Pitt. La actriz llevaba tatuado en el brazo izquierdo el nombre de su exmarido, Billy Bob Thornton, junto a un dragón chino. Tras la separación, Angelina borró el nombre y después decidió eliminar también el dragón, aunque aún se aprecia la sombra de aquel tatuaje. En esa zona ahora lleva las coordenadas de los lugares donde nacieron Pitt y todos y cada uno de sus hijos.

Eva Longoria no se hizo un tattoo para demostrar su amor por el jugador de baloncesto Tony Parker, se hizo tres. La actriz llevaba la fecha del día de su boda en números romanos en la muñeca izquierda, la palabra "nueve" (el número de la camiseta de su exmarido) en el cuello y las iniciales T.P. en una zona íntima. A día de hoy, gracias al láser, ninguno de esos tatuajes existe.

Otra que, tras un divorcio, ha recurrido al láser ha sido la modelo Heidi Klum. La modelo alemana decidió el año pasado eliminar de su antebrazo derecho el tatuaje que se había hecho en honor al tercer aniversario con el cantante Seal: el nombre de su exmarido junto a cuatro estrellas con las iniciales de cada uno de sus hijos.

La tormentosa relación de Pamela Anderson con el rockero Tommy Lee también tuvo consecuencias estéticas para la rubia vigilante de la playa. Ella se tatuó el nombre de su entonces marido en el dedo, a modo de anillo. Tras la ruptura definitiva, Pam comvirtió el "Tommy" en un inocente "Mommy" ("mamá").

En España, es conocido el caso de Guti, que tapó con una estrella el tatuaje "Noe" dedicado a su exnovia, la modelo Noelia López, y al mismo tiempo se hizo otro dirigido a su nueva chica, un corazón con las iniciales R.B., las de la presentadora Romina Belluscio.