Nuestros galanes de cine: del hombre duro e impecable al guapo sensible

  • Un libro, Nuestros galanes de cine (ed. Notorius), hace un repaso por los actores españoles más seductores a lo largo de la historia.
  • "Los galanes de hoy son más sensibles y, físicamente, no es imprescindible que respondan a un perfil clásico de belleza", señala su autor, José Aguilar.
  • Alfredo Mayo, Francisco Rabal, Arturo Fernández e Imanol Arias son algunos de los intérpretes que han marcado época.
Rafael Rivelles, que levantaba pasiones en los años 30, y Miguel Ángel Silvestre, un 'galán' de última generación.
Rafael Rivelles, que levantaba pasiones en los años 30, y Miguel Ángel Silvestre, un 'galán' de última generación.
ED. NOTORIUS / ARCHIVO
Rafael Rivelles, que levantaba pasiones en los años 30, y Miguel Ángel Silvestre, un 'galán' de última generación.

Puede que el término "galán de cine" nos suene a cosa del pasado. Pero, aunque ya no los llamemos así, la figura del "galán" sigue viva, por más que haya cambiado su atuendo formal por unos vaqueros y ya no vaya tan repeinado como antaño. Ellos siguen llenando las salas de cine, haciendo soñar despiertos a legiones de fans y encarnando en cada película a aquellos personajes que ellos querrían ser y a los que ellas querrían conquistar.

Hollywood podría parecer la fábrica de galanes por antonomasia, pero en las películas españolas siempre han brillado galanes de producción propia. En estos últimos se centra el libro Nuestros Galanes de cine (ed. Notorius), en el que José Aguilar hace un peculiar repaso por la historia de nuestro cine que comienza con Rafael Rivelles, que hacía furor en los años 30 con su fino figotillo y su cabello engominado, y finaliza en la actualidad, cuando actores como Mario Casas, Hugo Silva o Miguel Ángel Silvestre han cogido el testigo de seductores oficiales.

El aspecto físico del galán ha ido cambiando con el tiempo, pero todos ellos comparten unas características comunes: «Magnetismo, impacto social, empatía con el público y papeles protagonistas en los que la galanura es importante», desgrana Aguilar.

Basta echar un vistazo a las fotos de los actores que hacían suspirar a nuestras abuelas (unos hombres atildados de afeitado perfecto que posan en las fotografías con gesto distinguido) para darse cuenta de que el ideal de belleza masculina no es el mismo que hace unas décadas. "La sociedad ha cambiado y a la gente le gusta otro tipo de galanes", explica Aguilar. "Por ejemplo, antes hubiera sido impensable que Unax Ugalde fuera un galán. Pero hoy basta con verlo en la película Bon Appétit (David Pinillos, 2010) para constatar que lo es".

Hombre duro versus hombre sensible

Los galanes de hoy son "más sensibles; más blandos en cierto modo", afirma Aguilar. Además, físicamente tienen "un tipo de belleza que se sale del perfil clásico; son más heterogéneos". Es verdad que también hay actores, como Mario Casas, que "sí responden por su físico al perfil de hombre duro que se estilaba en los años 50", reflexiona el autor. "Pero aunque puedan ser duros en su aspecto externo, son sensibles por dentro. Y eso en los años 50, cuando Paco Rabal era una estrella, era algo impensable".

El triunfo de «galanes con un fondo más sensible y tierno, que facilita que el espectador se identifique con ellos», no es más que un reflejo del aperturismo de la sociedad española. El gran punto de inflexión en nuestro país fue la llegada de la democracia, aunque algunos actores como José Coronado continuaron representando esa línea de hombre duro y varonil incluso en los años 80 y 90. «Yo creo que José Coronado fue el último galán español de corte clásico, aunque en los últimos años ha conseguido hacerse con otro tipo de papeles», reflexiona Aguilar. Y es que es «muy difícil ser galán eternamente, pese a que algunos actores, como Arturo Fernández, han sido capaces de proyectar esa imagen hasta el final».

Un galán para cada época

Años 30-50: "En los años 30, 40 y 50 el aspecto físico de los actores era muy cuidado y todos ellos seguían una línea interpretativa muy concreta", explica Aguilar. En aquella época causaban estragos actores como Alfredo Mayo (protagonista de Raza, la película de 1941 en la que se ensalzaban los valores del franquismo), que creó escuela, o Jorge Mistral, "que fue uno de nuestros galanes más internacionales" y llegó a trabajar incluso con Sofía Loren, aunque ya antes que él otro galán hispano, Rafael Rivelles, consiguió poner una pica en Hollywood.

Años 50-70: El ideal de belleza masculina que imperó en estas décadas continuó siendo el de un hombre duro y varonil, aparentemente sin sentimientos. Actores como Francisco Rabal, Arturo Fernández y Juan Luis Galiardo encarnaron a la perfección este arquetipo que se mantuvo hasta la transición. Y de hecho, uno de ellos, Arturo Fernández, ha sido capaz de proyectar esa imagen "hasta el final", destaca Aguilar, "a pesar a que es muy difícil ser galán eternamente".

Años 80-90: Aunque en esta época arrasan galanes a la antigua usanza como Coronado, también irrumpen en la escena actores como Antonio Banderas, que al comienzo de su carrera "arranca de forma tímida y asume personajes de mucha comicidad", según Aguilar: "Creo que en sus primeros años no es consciente de su magnetismo  y de su belleza". Imanol Arias, que es calificado en el libro como "uno de los grandes seductores del cine español", y Jorge Sanz también representan a este nuevo tipo de galán menos encorsetado. Posteriormente se les suman otros como Jordi Mollá ("un actor inconmesurable con un físico magnético", a juicio de Aguilar) o Javier Bardem ("un perfil de galán diferente, con un poder de atracción brutal y que ha conseguido también papeles en los que ha sorprendido por su sensibilidad".

De 2000 a la actualidad: Hugo Silva, Miguel Ángel Silvestre y Mario Casas son algunos ejemplos de los galanes de última generación, que combinan un aspecto que corresponde al arquetipo de "hombre duro" que arrasaba en los años 50 pero que en este caso se combina con personajes con un "fondo sensible". De las últimas décadas, Aguilar destaca el hecho de que la televisión "ha democratizado a los galanes: ahora el público manda y es la gente la que decide quién le gusta y quién no. Antes venía impouesto por las productoras. La pequeña industria cinematográfica que había en España generaba un merchandising en torno a las estrellas para su lucimiento. Ahora, en cambio, es el público el que decide".

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