Rafael Matesanz puso en marcha la Organización Nacional de Trasplantes, una institución "de comienzos complicados", según cuenta, que en 2014 cumple 25 años. Su aniversario de plata viene marcado por el júbilo de lograr que nuestro país sea líder mundial en donación desde hace 22 años.

España está a la cabeza de la donación desde hace más de dos décadas. ¿Cuál es el secreto?

El secreto recae en un trípode: la solidaridad de la población, porque la  donación es la única parte de la medicina que no se puede realizar sin la participación de los ciudadanos; nuestro sistema sanitario, que es de muy buena calidad y atiende a todo el mundo; y la organización, con equipos de coordinación de trasplantes muy bien entrenados en detectar un posible donante y hablar con la familia en ese momento tan delicado.

Después de tanto tiempo en lo más alto del ranking, ¿quedan retos por cumplir?

Siempre quedan retos. El trasplante de órganos, tejidos y células es como montar en bicicleta: el que deja de pedalear se cae. Si nos quedamos quietos todo el sistema se vence, y España es líder precisamente porque estamos siempre innovando e introduciendo mejoras.

¿Por qué apenas hay campañas de promoción de la donación?

Nuestra filosofía no es hacer campañas, porque tiene una relación coste-beneficio enorme, y solamente sirven para convencer al convencido. Preferimos concentrar

los esfuerzos en el momento en que se produce el fallecimiento de un ser querido. Y fomentamos una buena relación con los medios de comunicación. A la gente no se la convence de la donación con carteles o anuncios, pero sí se llega a ella a través de los medios; así es como la gente aprecia que realmente la donación vale la pena.

¿Han afectado los recortes a la ONT?

No a la ONT, pero sí al sistema sanitario. Nos han hecho tener más estrecheces. La ONT, como organismo ministerial coordinador, mantiene su presupuesto, e incluso para el Plan Nacional de Donación de Médula ha habido un aporte adicional. Así que hay que decir claramente que a nosotros no nos han recortado. Pero indudablemente los trasplantes se realizan en los hospitales, que cuentan con menos manos, camas o presupuesto, y el personal que realiza los trasplantes es el mismo que el que trabaja allí a diario, así que sí ha afectado. Pero nuestro sistema es muy sólido y no se ha visto reflejado en números, la actividad no se ha resentido. La sociedad española tiene el sistema de trasplantes como algo muy querido, muy preciado.

Háblenos de alegrías y disgustos.

La mayor alegría, aprobar la Directiva Europea de Trasplantes en 2010, y liderarla. Supuso en cierto modo un reconocimiento. Los disgustos han venido siempre de interferencias políticas. En alguna ocasión la ONT ha estado a punto de ser desmantelada por ambiciones políticas de algunos equipos ministeriales. La política llevada a sus más bajas consecuencias.

Con un puesto médico centrado en labores directivas, ¿echa de menos la bata blanca?

Eso siempre. He pasado la mitad de mi vida profesional viendo pacientes, y dedicarse a las labores de gestión supone otra etapa. Se echa de menos el calor, el contacto con la gente. El trato con el paciente es realmente reconfortante cuando uno tiene vocación.

23 años en total al frente de la ONT. ¿Queda director para rato?

¡Hasta que el cuerpo aguante! [risas]. Hay un momento en que uno debe parar, y es cuando ve que se le acaban las ideas o que las cosas que haces no sirven y se  estancan las cifras o los proyectos. Por mi parte, espero tener la suficiente lucidez para en ese momento saber decir "hasta aquí hemos llegado". Por último, la pregunta obligada.

¿Se haría usted donante?

Sí, por Dios. Sin la más mínima duda, lo contrario sería el colmo de la incoherencia [risas]. Ni siquiera se puede plantear otra posibilidad.