Olor a pueblo... y papel

Urueña se convirtió ayer en la primera villa del libro de España, con diez librerías y un centro dedicado a las artes de la lectura y la escritura.
Interior del centro e-LEA, en Urueña. (Miriam Chacón/Ical).
Interior del centro e-LEA, en Urueña. (Miriam Chacón/Ical).
Interior del centro e-LEA, en Urueña. (Miriam Chacón/Ical).
Urueña es un pueblo especial, casi de diseño. Tiene puertas, las de su muralla, y aunque allí viven poco más de 200 habitantes, cuenta con 23 monumentos, cuatro museos, dos centros de turismo rural, cinco restaurantes –más los que están en construcción–, un sello discográfico con estudio de grabación, una tienda de regalos y una juguetería. Eso sí, no hay supermercado.Ahora, por si fuera poco, tiene diez nuevas librerías que dan al visitante la opción de elegir: a mano derecha se abre un mundo de cuentos infantiles, literatura mediterránea y oriental, además de facsímiles jurídicos. Hacia la izquierda, en cambio, comienza una peregrinación por grabados, caligrafías y literatura taurina, las temáticas que ha escogido cada uno de los libreros para instalarse allí.

La presencia de tanto libro convierte al pueblo en la primera villa del libro de España, semejante a otros proyectos europeos, y hay que sumar, además, un centro que han dado en llamar el e-LEA, espacio para la Lectura, Escritura y sus Aplicaciones.

Un paseo por la tinta

En la exposición del centro se puede aprender cómo se hacían los pergaminos, ver cómo eran las plumas y tintas de los amanuenses que escribieron los primeros códices o ver el salto a la imprenta. Un paseo muy interesante y lleno de historia que estará acompañado por un calendario de actividades que se van a desarrollar en torno al mundo del libro: talleres de caligrafía o jornadas de poesía, por ejemplo.

Visitar Urueña merece la pena, aunque sólo sea por asomarse al mirador y pasear por sus angostas calles. Y si la última de las intenciones del visitante es comprar un libro, también vale la pena el paseo, a unos 50 minutos desde la capital.

Las calles son de piedra y adobe. De paseo, se ven cerámicas y grandes portones de madera. Aunque las librerías todavía huelen a nuevo, en la calle, eso sí, no se respira olor a papel, sino a boñiga, como siempre.

En la librería

Ana y Carlos. Alcuino caligrafía.

«Nosotros somos una asociación y traeremos más trabajos de caligrafía, una gran desconocida. Organizaremos talleres, el primero de caligrafía inglesa. ¿Aplicaciones? Imagina lo bonitas que quedan unas invitaciones de boda hechas a mano».

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