100 Años de sujeción

El sujetador cumple cien años y para celebrarlo repasamos la historia de una prenda indispensable para la mujer y te contamos cómo son sus últimas y más impactantes variantes.
Para todos los bustos.
Para todos los bustos.
Para todos los bustos.
El sujetador cumple 100 años. Desde los primeros bocetos de Pierre Poiret, en 1907, hasta que la estadounidense Mary Phelps Jacobs lo patentó, en 1913, todas las féminas del planeta se rindieron ante una prenda que relegó el uso del incómodo corsé y de sus aparatosos refuerzos metálicos.

Sin embargo, los antecedentes del sujetador se remontan al 2500 a. C., cuando las cretenses usaban sostenes para superponer sus pechos desnudos al vestido.

Pero las modas cambian, y si en el mundo clásico, con un icono de belleza más andrógino, griegas y romanas aplastaban su busto con una faja, en otros periodos se ideaban dispositivos para aumentar el tamaño de unos pechos inadecuados para  los cánones de la época.

La patente de Jacobs

El primer sujetador moderno data de 1913, por obra de Mary Phelps Jacobs, una dama de la sociedad neoyorquina que confeccionó un sucinto sujetador sin espalda, con dos pañuelos blancos, una cinta y un cordón.

En 1914 se le concedió una patente para su sujetador, pero su negocio fracasó y  vendió su patente por 1.500 dólares. Aunque en los locos años veinte la moda exigía de nuevo en las mujeres un pecho plano, la modista Ida Rosenthal alteró la tendencia al promover unos sujetadores que realzaban el busto.

Tal era su fe en la vuelta del busto pronunciado que creó la industria Maidenform, valorada en cuarenta millones de dólares.

El tiempo, aliado del sostén

Cuando a Ida Rosenthal, que introdujo las tallas de sujetadores, le preguntaron si el hecho de que las feministas quemaran sus sostenes en los setenta implicaba el fin de la prenda, contestó: «Cumplidos los 35 años, la mujer no tiene una figura que pueda prescindir del sujetador. El tiempo está a mi favor».

Para todos los bustos

Metálicos

El corsé, en pie de guerra

Hasta la aparición del sostén, las mujeres sufrían en corsés metálicos. Tanto era así que cuando EE UU entró en la primera guerra mundial, el Gobierno pidió la donación de corsés para «uso militar». Con las 28.000 toneladas de metal recaudadas construyeron dos naves de guerra.

Primer relleno

Los pechos de limón

Los primeros postizos aparecieron en París en el siglo XIX. El «perfeccionador del busto» consistía en unas almohadillas de lana que iban en un corsé. Más tarde llegaron las almohadillas de goma o pechos de limón, por su forma y tamaño.

Reflectante

¿Haces autoestop?

Little Kiss lanzó un sostén reflectante fabricado con el mismo material que los chalecos de seguridad. Pero, ¡ojo!, no está homologado por la DGT.

Un capricho

Hecho con diamantes

El sujetador más caro de la historia es de Victoria’s secret. Adornado por 2.000 diamantes y un broche de diamantes de 10 quilates, cuesta 4.700.000 euros.

Luminoso

Las Vegas en tu sostén

El Sculpted Lighted Bra es lo último en lencería electrónica. Es un sujetador luminoso que funciona con diodos LED. Las copas del sostén se iluminan con lucecitas de los colores del arco iris.

¡Magia!

Sin tiras ni cierres

El NuBra fue la respuesta a los rezos de muchas mujeres para librarse de los tirantes del sujetador. Su truco consiste en dos copas autoadhesivas.

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