Tardó cinco años en construirse, es uno de los edificios más carismáticos de Madrid... Y también el protagonista de los sueños y pesadillas del cineasta Víctor Moreno, autor de Edificio España, documental que se adentra en los intestinos del coloso abandonado en plena Gran Vía (adquirido por un empresario chino) y que ahora ve la luz tras muchas batallas con, incluso, el Banco Santander.

Cada mañana, Víctor Moreno se levantaba y veía el gigantesco eficicio, que llegó a ser el más alto de Europa con sus 103 metros de altura. Era 2007 y, cuando Moreno se enteró de que el España (que albergó hasta 2006 al Hotel Crowne Plaza, un centro comercial, apartamentos, viviendas y oficinas) sería rehabilitado, se lanzó de forma impulsiva a rodar. "Entré a grabar", cuenta Moreno, "y me encontré con algo parecido a los restos de un naufragio. Estaba lleno de pertenencias personales, era como si la gente hubiera huido tras una catástrofe nuclear. Sentía la presencia de los que habían habitado entre sus paredes, las vidas de los que habían pasado por allí... Y luego vino conocer a los trabajadores que se ocupaban de esos trabajos de rehabilitación. Procedían de decenas de países distintos: era una Torre de Babel llena de fraternidad en un momento en que todavía no había llegado la crisis a nuestro país".

Hablamos de 2007: efectivamente, un momento histórico de bonanza. Pero también el año en el que León ve que el proyecto iría para largo. "Tres años después, en 2010, vuelvo a enfrentarme con el material. La situación económica ha dado un vuelco y descubro que mis imágenes no solo hablan del edificio, sino que testimonian un momento crucial de nuestra historia reciente. La realidad de la calle ha entrado en el edificio, la película se ha convertido en atemporal y veo que se mueve en un terreno alegórico. No es una narración convencional, sino toda una metáfora de todo lo ocurrido en España".

Quizá es eso lo que molesta. En 2012, cuando Edificio España está terminada y ha sido proyectada en festivales como el de San Sebastián, Buenos Aires, Documentamadrid o Doclisboa, el Banco Santander paraliza sus exhibiciones. Como propietario del edificio, el banco asegura que el proyecto puede "afectar sus operaciones comerciales" e impide que pueda verse. "Recibí un burofax, simplemente", recuerda el director, "pero no hubo solución. No lo entendíamos, no habíamos incumplido nada de lo acordado, y la película retrataba, simplemente, la experiencia común vivida dentro del edificio".

El resultado, un año y tres meses más de parón a un proyecto nacido en el lejano 2007. Para Moreno, "era tener una herida abierta, y no ver la forma de cicatrizarla. Cada mañana era mi primer pensamiento, algo frustrante, la sensación de ver cómo se quebraban muchos años de trabajo, la inversión económica, una distribución ya de por sí muy limitada. Aunque ahora estemos muy felices de poder exhibir la película, va a ser muy difícil olvidar lo ocurrido".

Lo ocurrido, en todo caso, tiene un final feliz: la película puede verse (se proyectará estos días, por ejemplo, en la Cineteca del Matadero de Madrid y en el Pequeño Cine Estudio de la capital) y la herida, tal vez, empiece a cerrarse. Algo provocado por una movilización popular que hizo rectificar al banco, que finalmente accedió a su libre difusión. "Cuando se lo contábamos a la gente, a los amigos, sentíamos una gran fraternidad, mucha solidaridad y apoyo", explica el director. "Pero el apoyo creció: compañeros cineastas y otros ciudadanos compartieron nuestro manifiesto, tuvo una enorme difusión en las redes sociales y logramos dar el paso. Que la película se estrena es un motivo de celebración, por supuesto, pero el proceso nos ha marcado para siempre".