Un padre, tras ayudar a su mujer a dar a luz en la calle: "Fue más fácil de lo que pensaba"

  • El esposo ha atendido el parto mientras recibía instrucciones por teléfono.
  • "Solo tuve que acomodar a mi mujer con un cojín y asegurarme de que el bebé no se cayera", comenta el padre a 20minutos.
  • Madre e hijo se encuentran en perfecto estado.
Esperanza, con su bebé en brazos, al lado de su marido, Miguel, y la hija mayor, Carla (de espaldas)
Esperanza, con su bebé en brazos, al lado de su marido, Miguel, y la hija mayor, Carla (de espaldas)
Jorge París
Esperanza, con su bebé en brazos, al lado de su marido, Miguel, y la hija mayor, Carla (de espaldas)

Ocurrió a las cinco de la madrugada de este lunes. Sin previo aviso. Esperanza González (madre de 39 años en paro) comenzó a sufrir unas contracciones y avisó a su marido (Miguel Romero, camarero de 37 años) para que la llevara al hospital. Era la primera vez que le ocurría durante su largo embarazo, del que salía de cuentas el 24 de marzo. Como las contracciones eran muy leves, decidieron ir en coche y pasar de camino por casa de los suegros para dejar a su hija Carla, de 4 años.

Pero no hubo tiempo. Miguel llevaba poco conduciendo y las contracciones de Esperanza eran cada vez más fuertes. "Para el coche, que me bajo", le dijo a su marido cuando se encontraban en la Avenida de las Comunidades, en Vicálvaro. "No podía estar en ninguna posición, ni sentada, ni tumbada... Fue salir a la calle, ponerme de cuclillas y empezar a dar a luz", asegura la madre a 20minutos.

La papeleta de Miguel era considerable. No había nadie en la calle y no sabía cómo actuar. Cuando llamó a la ambulancia el bebé ya estaba asomando la cabeza. Un técnico del Samur empezó a dictarle por teléfono los pasos a seguir.

Afortunadamente, no le llevó mucho tiempo: "Fue un visto y no visto y mucho más fácil de lo que pensaba. Solo tuve que acomodar a mi mujer con un cojín y asegurarme de que el bebé no se cayera. No hacía ni cinco minutos que habíamos bajado del coche y el bebé ya estaba fuera", explica el padre del recién nacido.

Mientras Miguel vivía esos momentos lógicos de tensión, Carla, su niña de cuatro años, observaba silenciosamente desde la ventanilla del automóvil. "Tuvo que verlo todo. Pero no dijo nada ni se puso nerviosa. Llega a poder ayudarme y me ayuda. Estoy seguro. Es muy madura para su edad", afirma Miguel.

Una vez terminado el parto, todo siguió sobre ruedas. El bebé empezó a llorar. Miguel cubrió a la criatura con una manta y le colocó encima del pecho de la madre, que empezó a abrazarle. "Fue inolvidable", repiten ambos progenitores al unísono. Poco después llegó la ambulancia. Los efectivos de emergencias cortaron el cordón umbilical y asistieron a la madre y al pequeño, un bebé varón de tres kilos. Después fueron trasladaron al hospital Doce de Octubre.

A la mañana siguiente ambos presentaban un perfecto estado. Esperanza lucía sonriente con su pequeño Marcos (así le han llamado) en brazos. Miguel volvió poco después al hospital tras descansar unas horas. Había sido una madrugada muy ajetreada y apenas había dormido (suele trabajar de noche).

Mientras, en la misma habitación del hospital, Carla contemplaba a su hermanito con la misma naturalidad con la que le vio nacer en directo.

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