Imágenes del ambiente festivo en los humildes cines de Kabul

  • Jonathan Saruk documenta el ambiente relajado de los cines de la capital afgana, que proyectan películas paquistaníes, indias y estadounidenses.
  • Recuerda entusiasmado la primera vez que, en un momento musical, fue testigo de cómo varios jóvenes salían a bailar ante la pantalla animados por el público.
  • El fotógrafo, que edita ahora la colección en un libro, revela "una parte de la vida en Afganistán que normalmente no se contempla".
Tres jóvenes bailan durante un momento musical de una película en un cine de la capital afgana
Tres jóvenes bailan durante un momento musical de una película en un cine de la capital afgana
© Jonathan Saruk
Tres jóvenes bailan durante un momento musical de una película en un cine de la capital afgana

"Los móviles suenan, los hombres ríen y a veces gritan al otro extremo de la sala para encontrar a sus amigos. Los cigarros se encienden, la luz de las cerillas parpadea constantemente, arrojando destellos de luz en la oscuridad de la sala". Jonathan Saruk resume así el ambiente en el interior de un cine del centro histórico de Kabul, la capital de Afganistán.

El fotógrafo residente en Malmö (Suecia) ha pasado cinco años retratando "pequeñas historias de la vida diaria de Afganistán". Dos verbos que asocia al proyecto son "renacer" y "escapar": en el proceso descubrió el ambiente festivo y relajado (siempre estrictamente masculino) de los cines, hasta hacía 12 años, prohibidos por los talibanes. Saruk cuenta que ahora existen en torno a una docena de salas de proyección en los alrededores y en la misma ciudad de Kabul en las que se pueden ver películas indias, paquistaníes y estadounidenses.

"Continuar en las condiciones más nefastas"

Humildes y decadentes, con las paredes desconchadas por arrancar carteles sujetados con celo, los cines eran para el autor "visualmente cautivadores". Conforme avanzaba en el proceso de documentarlos, se dio cuenta de que había algo más: "revelaban una parte de la vida en Afganistán que normalmente no se contempla. Cuando vemos imágenes de una región en conflicto en muchos casos olvidamos que la vida, incluso ir al cine, encuentra una manera de continuar incluso en las condiciones más nefastas".

Saruk publicará el 30 de abril en Daylight Books —una editorial perteneciente a Daylight, una organización promotora de las artes y sin ánimo de lucro— el resultado de sus visitas a las salas de cine en el libro The Forbidden Reel (El rollo de película prohibido), una amplia selección de fotos de hombres riendo y mirando con asombro la pantalla; imágenes de los héroes y heroínas de los largometrajes, de los trabajadores cambiando la película en los proyectores, del vendedor de refrescos y chucherías...

Ganarse la confianza del público

Hacer fotos en la oscuridad fue no sólo complejo en el aspecto técnico, también en el modo en que tenía que ganarse la confianza del público, inmerso en un momento privado de diversión. Las experiencias fueron muy diferentes de un cine a otro, pero la reacción habitual tras la curiosidad inicial era la de seguir viendo la película. Sólo una vez dos hombres lo abordaron "de manera agresiva" por considerarlo un entrometido.

De los momentos vividos en las salas recuerda con especial entusiasmo la primera vez que vio, en una sesión de tarde de un viernes, a tres jóvenes levantarse de sus asientos en medio del número musical de una película. Se subieron al escenario frente a la pantalla y comenzaron a bailar mientras los demás los animaban, las siluetas se veían recortadas contra las figuras en movimiento de los actores. "Mirándolos, me di cuenta de que en todo el tiempo que había pasado en Afganistán nunca había atestiguado una expresión de emoción como esa. Fue entonces cuando supe que había encontrado la historia que quería contar".

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