Juan Mayorga: "Hay una parte del entretenimiento que humilla a la gente"

  • Premio Nacional de Literatura Dramática 2013, el dramaturgo ya fue reconocido en 2007 con el Nacional de Teatro.
  • Filósofo y matemático de formación es uno de los autores teatrales más relevantes.
  • Actualmente tiene en cartel la obra 'El chico de la última fila' y la adaptación que ha realizado de 'Hécuba'.
El dramaturgo Juan Mayorga
El dramaturgo Juan Mayorga
Paco Navarro
El dramaturgo Juan Mayorga

Arriesgado, crítico y partidario, no sólo en la teoría sobre todo en la práctica, de un teatro que vaya más allá del entretenimiento y entronque así con el origen del mismo, cuya meta era remover, sacudir y a veces señalar. El suyo lo hace,  y lo que es más complejo no cae en el temible tono pretencioso. La prueba, en sus textos, y entre ellos: Cartas de amor a Stalin, Himmelweg, Últimas palabras de Copito de Nieve, Hamelin, La tortuga de Darwin o El chico de la última fila, que vuelve a estar en cartel, en el Teatro Galileo.

Reconocido con el último Nacional de Literatura Dramática por La lengua en pedazos ya contaba con otro Nacional, el de Teatro de 2007, además del Max al mejor autor y a la mejor adaptación y el Premio Ceres 2013. Juan Mayorga (Madrid, 1965), que se licenció en Matemáticas y Filosofía y fue durante unos años profesor de Instituto, ha realizado también importantes versiones como la actual de Hécuba (interpretada por Concha Velasco).

Usted que ha apostado desde el principio por un teatro que se salía del corte comercial, ¿esperaba tanto reconocimiento 'oficial' como supone tener ya dos Premios Nacionales?

No lo esperé nunca. De vez en cuando oyes que suenas, que vas a ser defendido para un premio, pero nunca está en mi cabeza ser el premiado. Realmente lo primero que ha de buscar uno ha de ser algo que le interese a uno mismo. Siento que hay muchos autores pendientes de la última moda, y a mí me parece que cuando intentas seguirla ya está llegando tarde, ya ha sido.  Siempre he hecho con mi pequeña capacidad un modo de teatro que es el que me gusta.

Pues ha demostrado usted que la gente no está tan ansiosa de obras ligeras sin más...

Yo intento hacer un teatro que respete al espectador. Y para respetarlo hay que considerarlo inteligente y no dárselo todo mascado. Hay que hacer que el espectador piense, provocar su capacidad de imaginación. Quizá haya un teatro que trata al espectador como consumidor sin más y que sólo quiera sentirse confirmado; y otro teatro que lo desafía y lo altera, que le plantea preguntas y que lo interroga.

¿Sigue siendo función del teatro mover al público o esa meta se ha diluido en evasión y paseos 'de puntillas'?

Ésa ha sido su función fundamental y la última desde Atenas. Hay algo profundamente democrático en el teatro.  Hay una conexión entre teatro y democracia. En Atenas uno ve que el teatro tenía la forma de un parlamento y la ciudad se reunía ante ella y los actores les daban a examinar la vida. Y ese examen ha de ser desestabilizador, no una mera redundancia de la vida. El teatro ha de estar atento al mundo pero no para reproducir su ruido sino su poesía.  Deberíamos hacer que la gente se fije en aquello que está ahí y no atendemos.

¿Qué siente al ver que sus textos mueven y llegan a un público amplio?

La gente no es tonta, y no lo digo porque me hayan premiado. Frente al tópico fatalista de que la gente es tonta resulta que al ofrecerles algo desafiante la gente lo recibe casi con agradecimiento. Hay una parte del entretenimiento que humilla al espectador. Pensarán: ¿qué idea tendrán de nosotros para ofrecernos esto? En ese sentido, demtro del sector del entretenimiento el teatro es más resistente.

¿En qué sentido?

Estamos menos condicionados y forzados a mentir que otros que tienen que pactar con el poder.

¿Cree usted que se está maltratando demasiado el paladar?, ¿falta educación cultural?

En la escuela, en las artes, en los medios..., todo está sometido a la presión de los mercados. También en la escuela, porque se está entrenando a la gente para trabajar antes que dar una formación de gente creativa imaginativa. Se están haciendo sujetos empleables. Y es muy importante estar preparado para trabajar, pero la primera dimensión de la educación ha de ser formar gente imaginativa y crítica.  Algo de esto está en El chico de la última fila. Un alumno descubre en la escuela, y eso que la odia, un oasis de imaginación en la escritura.

¿Está usted en ese chico?

Sí hay algo autobiográfico, y no sólo en el muchacho. Tengo también mucho que ver con ese hombre de clase media en el que me reconozco, en él y en esa pequeñez económica y moral de la clase media. Muy especialmente con ese profesor que busca un interlocutor entre sus alumnos. También me recuerdo como un adolescente con lecturas y pasión.

Tiene pasiones muy diferentes: filosofía, matemáticas, teatro, ¿cómo las casa?

Creo que tienen que ver entre ellas. Las matemáticas buscan desentrañar la forma común a objetos aparentemente dispares. Es un lenguaje de síntesis, y en eso el teatro es igual. La filosofía es un plan de vida, y todos estamos llamados a ser filósofos, a interrogarnos sobre quiénes somos y qué somos en el mundo; el teatro también pregunta eso.

La enseñanza también está entre sus 'filas', ¿cuál es su análisis?

Todos deberíamos defender la educación pública. Hay una línea que nadie debería traspasar porque no habrá una buena sociedad sin una buena escuela y tampoco sin escuela pública. Que sea pública asegura que cualquier niño pueda ser ayudado a desarrollar su talento. Cuando se hiere a la escuela pública se está hiriendo a la sociedad, y esta herida la pagaremos todos. Hasta profesores muy comprometidos están obligados a entrenar a los alumnos para que hagan exámenes estandarizantes en vez de poder desarrollar los diferentes talentos de la gente. La situación es muy preocupante.

¿Dónde nos lleva todo esto?

A un achicamiento de los espacios. La imaginación es el nervio de la vida; lo contrario es fatalismo y no nos lo podemos permitir. La imaginación permite pensar que la sociedad y nosotros podemos ser de otro modo. Nada es más educativo que ponerse en el lugar del otro. La imaginación y la libertad con responsabilidad están muy ligadas.

¿Cómo ve el futuro?

Hay mucha gente moviéndose y que sospecha de lo que se les está entregando y del poder y están buscando espacios, alternativas, alianzas. No soy pesimista. Cuando no se puede ser optimisma hay que suavizar nuestro pesimismo.

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