¿Cómo se han ido adaptando los empleados a tanto cambio?

Se ha intentado hacerlos siempre de la manera menos traumática posible. La escisión de Arthur Andersen y Accenture fue arbitrada y la fusión con Deloitte no supuso un cambio de las bases que existían porque ésta se quedó con todo.

¿Se está preparado para algo como lo del Windsor?

A nivel empresarial, si se está preparado, porque por seguridad todos los datos están bien resguardados, pero a nivel emocional, no, aunque en general todo el mundo respondió muy bien.

¿Qué fue lo peor que se quemó con el incendio?

Sólo cosas materiales, que al fin y al cabo se reponen y ya está. Lo realmente importante, el capital humano, se mantuvo inalterado. Sucesos como este no te hunden, sino que hacen más fuerte la unión con la empresa, hay un mayor compromiso.

¿Cómo se supera?

Bueno, es parte del valor profesional de los trabajadores. Se reaccionó muy rápido y la misma noche del incendio los empleados ya se estaban poniendo en marcha para no perder ni un solo día de trabajo.

¿Los clientes tuvieron la misma reacción?

Hubo mucha comprensión. Nos ofrecieron oficinas para seguir trabajando y se hizo todo con relativa normalidad.

¿Cuál cree que es el mejor valor de una empresa?

Sin duda, las personas que trabajan en ella. Si se crea una buena cultura de empresa, un grupo de trabajo motivado y equilibrado, se puede superar todo.

¿Cómo está actualmente el equipo?

Como siempre. Lo único que ha cambiado es la ubicación de la empresa en la Torre Picasso. Los trabajadores siguen unidos, aún más si cabe.

Bio

Madrileño, de 42 años, es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por Icade y trabaja para Deloitte desde 1988.