Objetivo: unos pantalones vaqueros y alguna camiseta. Voy vestida con unos jeans, talla 38, arriba una camisa que marca la L. Mis medidas, bastante comunes al resto de mujeres con las que me cruzo por la calle; altura 1,75, peso 58 kilos.
Primera tienda: me meto en el probador con cuatro pantalones vaqueros, todos de la 38. Tras ponerme los cuatro, compruebo que sólo hay uno que me quede bien. Del resto, uno, sinceramente, no me entra y en los otros me sobra una talla.
Segunda tienda: encuentro unos pantalones muy cerrados al final de la pierna que me gustan. Como conozco el tamaño de mis muslos, me llevo al probador una talla 40. Resultado: de pierna me sientan bien, pero de cintura me quedan holgados.
Tercera tienda: toca probar dos vaqueros y dos camisas. Aunque la que llevo puesta es talla L, en este caso necesito una M. Los pantalones, esta vez, sí me quedan bien y son la 38, son «mi talla». Conclusión: la talla depende siempre del modelo de pantalón y de la tienda donde estés.
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