Al principio del embarazo, Brigite y su marido, José Luis Jordán, dieron con Bieita. Querían que su tercera hija tuviera un nombre antiguo de España en agradecimiento al país que les acoge. «Nos gustó porque en latín significa bendecida», cuenta la madre.
En el Registro Civil les exigieron que demostraran que existía con una fotocopia de un libro de nombres. Le llevaron la del diccionario gallego, pero el juez no lo aceptó, «debía ser un libro».
«Como se nos acababa el plazo de un mes para la inscripción, tuvimos que elegir en un libro que tienen en el Registro y en el que se encuentran el de Beti, Brenda...», cuenta Brigite Belmonte. Al final, le pusieron Berenice. Ya nada es igual. Brigite y José Luis llamaban a la niña Bieita desde antes de nacer. Sus otros dos hijos habían compuesto una canción para el bebé con ese nombre y hasta el padre de Brigite tiene que cambiar el testamento, ya que había dejado parte de su herencia a Bieita en un acta notarial.
«Si hubiéramos insistido habríamos llamado a nuestra hija como queríamos. Lo veo injusto», añade.
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Una Julieta sí, pero otra no
El mismo juez, Martín Ferradal, prohibió en marzo de 2006 a Paco Vico y Alicia Martínez llamar a su hija Julieta y tuvieron que llamarla Julia, pero 11 meses después sí que consintió que otra pareja se lo pusiera a su niña. Los padres de la primera Julieta se sienten agraviados y se han quejado ante el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Juan Martínez Moya, que ha pedido explicaciones al magistrado.
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